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Los motivos del regreso, su gesto tras el atentado a las Torres Gemelas, una dura lesión y los dos récords que marcaron su vuelta: así fue la última versión de Jordan en la NBA

Los motivos del regreso, su gesto tras el atentado a las Torres Gemelas, una dura lesión y los dos récords que marcaron su vuelta: así fue la última versión de Jordan en la NBA

En 2001, el legendario 23 decidió regresar a jugar por amor al deporte. También utilizó su vuelta a los Washington Wizards para marcar que, cerca de cumplir cuatro décadas de vida, todavía podía dominar el juego

Por Juan José Ciceri

Estados Unidos todavía estaba de duelo. El mundo, impactado por lo que había sucedido aquel 11 de septiembre del 2001, cuando cuatro atentados suicidas golpearon en simultáneo lugares icónicos del país norteamericano. Las imágenes de las Torres Gemelas derrumbándose en el World Trade Center de Nueva York, o los graves daños que sufrió el edificio del Pentágono, el corazón de la defensa militar estadounidense, se repetían todavía cuando el mundo del deporte recibió una noticia que dejó atónitos a propios y extraños.

A sólo dos semanas del caos, Michael Jordan anunció por segunda vez en su carrera que volvía a convertirse en jugador de la NBA. Esta vez no fue con los míticos Chicago Bulls, el equipo que lideró para ganar seis anillos de campeón en la liga de básquet más famosa del mundo, sino que se puso el histórico número 23 de los Washington Wizards, la franquicia en la que hasta ese día era el presidente de operación. Además de dejar de ser parte del staff dirigencial, tuvo que vender entre el 5 y 10 por ciento de las acciones que poseía para no infringir en las normativas de la competición.

“Retorno como jugador al deporte que amo. Sé que esto es un desafío. No estoy haciéndolo ni por dinero ni por gloria, sino porque verdaderamente amo este deporte. Es lo mejor de mi vida”, dijo una parte del comunicado que volvió a retumbar las redacciones y los noticieros deportivos. A diferencia de lo que había sucedido con su vuelta en 1995, cuando todavía estaba sentado en el trono de la NBA, el tiempo había pasado para Jordan. Su foco estaba puesto en sus actividades comerciales con su marca de ropa y en su nueva vida como encargado de las decisiones del equipo fuera de la cancha, pero su deseo competitivo pudo más.

La leyenda cuenta que uno de los motivos que impulsaron su regreso fue ver lo que había hecho su amigo canadiense Mario Lemieux, una leyenda del hockey sobre hielo que regresó para jugar en los Pittsburgh Penguins de la NHL a los 35 años, después de comprar la franquicia. Otros creen que el deseo de MJ de volver a la NBA ya estaba desde hacía un tiempo atrás, pero que la situación que vivió el pueblo nortemaericano con los atentados del 9-11 contribuyeron en la decisión de uno de los mejores de todos los tiempos.

Para otros, la elección del regreso también se debió a que Jordan quiso mostrarle a los que se convirtieron en sus compañeros lo que era el verdadero amor por el juego. En su puesto como encargado de las decisiones del armado de los Wizards, MJ fue duramente criticado por varios factores. Los dos más recordados son por haber elegido a Kwame Brown en el puesto 1 del Draft 2001 de la NBA, un pivot que se saltó el básquet universitario y nunca mostró todo su potencial. Y cuando decidió cambiar a Rod Strickland y Juwan Howard, dos históricos de la época en la que Washington era conocido como los Bullets.

Una vez que Jordan se puso la camiseta de los Wizards, su primer gesto fue donar su sueldo de un millón de dólares a los familiares de las víctimas de los ataques. “Es mi forma de devolver y, con suerte, ayudar a los necesitados durante un momento terrible”, mencionó Michael en ese entonces. Es más, fue protagonista de un momento único después de su primer partido de regreso, que fue ni más ni menos que en el Madison Square Garden de Nueva York. Aquel 30 de octubre del 2001, una vez que terminó el duelo ante los Knicks, MJ saludó a Shaun Powell y la familia de su hermano Scott, uno de los desaparecidos por los actos terroristas en la Gran Manzana.

En la cancha, Jordan potenció a Washington, que pasó de ser un equipo mediocre a soñar con volver a clasificar a los playoffs en la temporada 2001-2002. En diciembre, ya pasada la Navidad, MJ fue protagonista de dos acontecimientos históricos: primero, en un partido ante Indiana Pacers, sólo marcó 6 puntos para quebrar una racha de 866 juegos con al menos 10 unidades. Pero lo mejor ocurrió dos noches más tarde cuando, a los 38 años, el 23 hizo erupción con 51 puntos para una jornada inolvidable ante los Charlotte Hornets.

El encuentro previo a la velada histórica, el entrenador Doug Collins -el mismo que lo dirigió en Chicago antes que Phil Jackson- lo dejó muchos minutos en el banco de suplentes. Esa decisión enojó a Jordan, que como contestación al coach que él mismo eligió para su vuelta, explotó con esa suma de puntos en 38 minutos. A esa planilla le agregó 7 rebotes, 4 asistencias y 3 robos en su mejor encuentro en su segundo regreso a la NBA, en la que se convirtió en el jugador más veterano en anotar más de 50 puntos en un partido, hasta que Jamal Crawford lo superó al hacerlo con 39 años en la campaña 2018-2019.

Todo iba de maravillas hasta que sucedió lo peor. El 7 de febrero del 2002, después de anotar un doble en penetración, Jordan colisionó contra su compañero Ethan Thomas. Eso provocó una lesión en la rodilla derecha para Michael, que a las dos semanas tuvo que someterse a una artroscopia que lo dejó fuera de las canchas. “Me estoy haciendo viejo, y esto es una muestra más de que el final de mi carrera se acerca porque el cuerpo me está enviando mensajes muy claros”, dijo MJ en contacto con la prensa, cuando supo que no jugaría más hasta la siguiente temporada.

Hasta el momento de la lesión, Jordan promediaba 25.1 puntos por partido, más de 6 rebotes y 5 asistencias. Solo un jugador tenía los números de MJ en aquella campaña: Tracy McGrady, estrella de los Orlando Magic en esos tiempos, pero que tenía 22 años, 17 menos que Su Majestad. Como era de esperarse, el futuro de los Wizards fue en caída libre. Ganaron solo 11 de los siguientes 36 encuentros y quedaron fuera de los playoffs de la NBA.

En el comienzo de la siguiente temporada 2002-03, Jordan vivió un hecho sin precedentes para su carrera deportiva. Con el objetivo de que sumara menos de 30 minutos por juego para que llegara con energías hacia el final de la campaña, fue suplente en los primeros 15 encuentros de Washington. ¿Quién fue su reemplazante en el quintero titular de los Wizards? Bryon Russell, el ex Utah Jazz que padeció a Michael en los enfrentamientos durante las finales de la NBA en años consecutivos.

El plan tuvo resultado ambiguo porque, si bien Jordan jugó un promedio de 28 minutos, nunca se sintió cómodo ingresando como suplente. Le costó sumarse al juego y eso se notó en las estadísticas propias y en las de la franquicia: sumó poco más de 16 tantos por juego y el equipo tuvo récord de seis victorias y nueve derrotas. En ese tiempo, MJ tuvo cuatro encuentros en los que anotó 8 puntos o menos.

El tiempo pasó y Washington tuvo un transitar irregular. Volvió a terminar con marca de 37 triunfos y 45 caídas, quedó a cinco partidos del último lugar en la Conferencia Este. Otra vez sin postemporada para Jordan. Pero, más allá del resultado final, siempre estuvieron los rumores de conflictos internos en el equipo ante las conocidas presiones de Michael. Es más, antes del estreno de la serie documental The Last Dance, que fue un éxito en los Estados Unidos, un ex compañero del 23 recordó aquella temporada en la NBA.

Fue difícil jugar con alguien que era tu ídolo, pero que en ese momento no era mejor que tú. Yo, en ese punto, era mejor y el juego seguía pasando por él. Básicamente hacíamos lo que quería Jordan. Perdí parte de la admiración que sentía por él hasta entonces”, confesó Jerry Stackhouse en el podcast The Woj Pod, del famoso periodista Adrian Wojnarowski.

A pesar que el segundo regreso no tuvo el éxito deportivo que muchos soñaron, ese fue el último baile de Jordan en la NBA. En el recuerdo quedarán los cuatro minutos de ovación de pie en el United Center de Chicago cuando visitó por última vez la casa de los Bulls. También cuando sufrió la rotura de dos costillas en un juego, los espasmos en la espalda y la tendinitis en la rodilla que terminó en el quirófano. Michael bajó 15 kilos para ponerse en forma y volver a competir contra las nuevas jóvenes estrellas de la liga, a las que se enfrentó en su Juego de las Estrellas definitivo que tuvo un recordado duelo dialéctico con el desaparecido Kobe Bryant.

El 16 de abril de 2003, en el partido como visitante frente a los Philadelphia 76ers, quedó marcado en la historia de la legendaria carrera de Jordan como su día final en la NBA. No importó la derrota de su equipo. Tampoco que terminó con 15 puntos en 28 minutos. Una vez que el entrenador lo cambió en el último cuarto, intentó sentarse. Pero no pudo. Los rivales, sus compañeros de equipo y las más de 18.000 almas presentes le rindieron tributo al 23 con un aplauso interminable.

El hombre que cambió el juego para siempre dijo adiós para siempre. Algunos años más tarde, en su discurso cuando fue introducido al Salón de la Fama del básquet estadounidense, Michael Jordan fue noticia. No sólo por recibir el galardón de ingresar a un selecto grupo de jugadores. Tampoco por las lágrimas derramadas que se transformaron en un meme viral. Sino porque, a seis años de su retiro, dejó una frase que volvió a mostrar su devoción por el juego. “Un día podrías mirar hacia arriba y verme jugando a los 50…”.

 

Fuente: Infobae

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