De Cuyo a la Patagonia, los caminos del vino abarcan más de 200 mil hectáreas y 26 mil viñedos extendidos de norte a sur. En el trayecto, grandes y pequeñas bodegas ofrecen visitas guiadas donde se aprende sobre elaboración, procesos y cosecha.
Para todo público
Erróneamente podría considerarse que este segmento está pensado solo para los amantes de esta bebida espirituosa.
Sin embargo, disfrutar del vino no es una condición excluyente, ya que el turismo enológico es ideal también para todos aquellos viajeros que disfrutan de las actividades al aire libre, el contacto con la naturaleza y la comida regional.
A nivel nacional existen un total de 245 bodegas abiertas al turismo. Según las últimas estimaciones, más del 70% de la oferta está en la región Centro-Oeste (Mendoza, San Juan y Neuquén). El resto se reparte entre las provincias del Norte (Jujuy, Salta, Tucumán, La Rioja y Catamarca) y la llamada nueva región vitivinícola (Buenos Aires, Entre Ríos, Córdoba, Río Negro y Chubut).
Los vinos de cada zona son diferentes entre sí y cada región tiene variedades que la distinguen. No tiene el mismo sabor un vino de Mendoza que un vino de Salta y la diferencia fundamental está en el “terruño” o ambiente productivo, que le da esas características que hacen de su sabor y textura algo único.
Por la Ruta 40
Una guía ideal para recorrer las localidades más destacadas en producción vitivinícola es la Ruta 40, que une de Norte a Sur los mejores viñedos. Para comenzar, la provincia de Salta se destaca por la bondad de sus valles en escenarios a más de 2 mil metros de altura.
En Cafayate, se elabora una de las cepas blancas más distintivas a nivel mundial: el Torrontés. Descendiendo se arriba a Catamarca donde se prestan más las variedades rosadas y blancas en un relieve montañoso y de clima variable. La mayor cantidad de producciones están en Tinogasta.
La Rioja tiene excelentes variedades especialmente en Chilecito, Anillaco, Sanagasta y Famatina, cuyo Torrontés fue reconocido internacionalmente. Entre las bodegas más importantes se encuentra “La Riojana Cooperativa Vitivinifrutícola” que funciona desde 1940.
Mendoza, pionera e ícono en el país, concentra más del 60% de la producción nacional del vino, lo cual la convierte en una de las capitales internacionales de esta bebida. Las cuatro zonas para visitar son el Este, Sur, Norte (concentra más del 50% de la oferta) y el Valle de Uco.
En el caso de la provincia de San Juan, el Valle de Tulum es el principal productor de uva, con el beneficio de un clima seco y templado que logran las condiciones óptimas para el Syrah.
Haciendo un apartado de pocos kilómetros vale la pena llegar hasta Córdoba, en el corazón del país, donde se produjo uno de los primeros vinos que se llamaba Lagrimilla. Los destinos a recorrer son el Departamento Colón y Colonia Caroya, dedicados a los vinos artesanales.
En la Patagonia, a su posicionamiento en el mundo como destino turístico con atracciones únicas, se suma en la última década el enoturismo, con 20 bodegas abiertas al turismo, en las provincias de Neuquén, Río Negro, La Pampa y Chubut. Entre las cepas más desarrolladas se ve Pinot Noir, Semillón y Merlot.
Nuevos escenarios
La gran sorpresa es la provincia de Buenos Aires. Jugador impensado hace una década, se consolidó con el correr del tiempo y también se expandió de la región sudoeste hacia otras zonas del territorio bonaerense.
En la actualidad el número de bodegas asciende a ocho y además de abocarse a la elaboración también proponen diversas actividades turísticas: visitas guiadas, catas dirigidas, degustaciones, charlas técnicas, gastronomía temática con maridaje y productos cosméticos.
Fuente: Ambito