La hipercolesterolemia no provoca síntomas, y por lo general, si no se chequea de manera frecuente, se detecta que se encuentra por encima de los valores ideales cuando ya trajo otras consecuencias para la salud. La importancia de mantenerlo bajo control
El colesterol elevado -o hipercolesterolemia- es una de esas enfermedades llamadas silenciosas. No provoca síntomas, dolores ni señales de alarma hasta que es tarde. O hasta que se lo detecta casi por casualidad en un chequeo de rutina.
El colesterol es una sustancia grasa que está presente en todos los tejidos del cuerpo humano y es necesario para el normal funcionamiento del organismo. Sirve como materia prima para las membranas (paredes) de las células y para la síntesis (fabricación) de hormonas como por ejemplo los estrógenos y andrógenos.
Puede ingresar al organismo a través de una vía interna, generada por el hígado y otra externa, a través de los alimentos de origen animal como la carne y los productos lácteos que se ingieren.
El aumento del colesterol es producido por múltiples causas, y algunas de ellas no pueden modificarse porque son generadas por alteraciones genéticas, alteración en el metabolismo, propio de cada individuo, generalmente con antecedentes familiares. Otras, en cambio, tienen que ver con un estilo de vida no saludable: una alimentación inadecuada, rica en grasas y pobre en fibras, la falta de ejercicio, el sedentarismo, la obesidad central (tener grasas especialmente en el abdomen), fumar y otras enfermedades como la diabetes o los trastornos hormonales de las tiroides.
Así las cosas, podría decirse que es esencial para el correcto funcionamiento del organismo, pero en exceso puede tener consecuencias fatales para la salud.
Se sabe que las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte entre los adultos y que la mayoría se ven principalmente influenciadas por el modo de vida de las personas.
Tal como explicó al diario ABC el doctor Luis Rodríguez Padial, cardiólogo y jefe de la Clínica Medicina y Prevención Cardiovascular de Toledo, “cuando el colesterol está elevado y supera la capacidad de las células para retirarlo, puede depositarse en la pared de las arterias, donde pone en marcha un proceso inflamatorio que conduce a la aterosclerosis. La aterosclerosis va obstruyendo la luz de las arterias, lo que da lugar a que la sangre no pueda llegar a los distintos órganos, como el corazón y el cerebro, entre otros”.
Las consecuencias más frecuentes son el infarto de miocardio y el ictus.
Según los últimos datos del Estudio de Nutrición y Riesgo Cardiovascular de España (ENRICA), más de la mitad de los españoles tiene el colesterol por encima de los niveles deseados, pero más de la mitad de ellos lo desconoce.
Tipos de colesterol
Para llegar a los lugares del organismo donde es necesario, el colesterol es transportado por la sangre unido a proteínas denominadas lipoproteínas. Algunas lipoproteínas se encargan del transporte del colesterol sobrante desde los órganos hacia el hígado donde es reciclado. Estas lipoproteínas que retiran el colesterol se denominan HDL (sigla correspondiente en inglés a la expresión lipoproteínas de alta densidad). Otras lipoproteínas transportan el colesterol desde el hígado hacia el resto de los órganos. Estas se llaman LDL (sigla en inglés para lipoproteínas de baja densidad). Cuando existe mucho colesterol para transportar hacia los órganos (ya sea porque se genera mucho LDL en el hígado o se ingieren muchos alimentos ricos en colesterol) las células de nuestro organismo absorben el que necesitan y el resto queda circulando en la sangre como colesterol-LDL. Este colesterol-LDL circulante se deposita en las paredes de las arterias y las daña causando obstrucciones (proceso llamado aterosclerosis). Por este motivo el colesterol-LDL debe ser bajo.
Las HDL hacen lo contrario, y de alguna manera “limpian” el colesterol sobrante y lo transportan hacia el hígado donde se deposita o es excretado. Por este motivo es deseable tener el colesterol-HDL elevado.
Existen otras sustancias lipídicas (grasas) en la sangre además del colesterol. Entre ellas están los triglicéridos, cuya elevación también puede ocasionar problemas cardiovasculares.
“La mejor y más efectiva forma de controlar el colesterol es a través de un tratamiento trípode: alimentación, ejercicio, y en algunos casos, medicación. Es importante tener en cuenta que el colesterol elevado no se cura, se controla. Una vez que se alcanzan los valores deseados, habitualmente se mantiene el tratamiento de por vida”, sugiere la Fundación Cardiológica Argentina (FCA) en su página web.
Y si bien la única forma de saber cuáles son los niveles de colesterol es realizarse un análisis de sangre en ayunas, el cuerpo puede dar una serie de avisos que indican que ese valor está demasiado elevado.
A saber, un colesterol alto puede manifestarse de diferentes formas. Algunos de los síntomas más comunes de un elevado nivel de colesterol son los siguientes:
1- Xantelasma palpebral: Pequeño tumor benigno o levantamiento graso también conocido como estrés de colesterol
2- Hinchazón de las extremidades
3- Sensación de boca pastosa o seca
4- Halitosis
5- Indigestión o pesadez estomacal
6- Dificultades en el ritmo intestinal
7- Urticaria
8- Dolor en el pecho
9- Visión borrosa
10- Dolor de cabeza
La Sociedad Española de Cardiología (SEC) recomienda para evitar niveles altos de colesterol practicar ejercicio físico de forma regular, limitar la ingesta de grasas saturadas y de productos procesados y evitar el tabaco.
A su vez, desde la FCA aconsejan incorporar hábitos saludables, sumamente importantes para prevenir el desarrollo de patologías cardiovasculares, conocidos como “los nueve mandamientos”:
Estos son:
1- No fumar
2- Mantener niveles bajo de colesterol
3- Mejorar la alimentación (consumir más vegetales y frutas)
4- Controlar el peso
5- Abandonar la vida sedentaria
6- No abusar del consumo de alcohol
7- Evitar la hipertensión
8- Reducir el estrés
9- Vigilar de cerca la diabetes
Fuente: Infobae