Largas colas, aplausos en medio de la función y mucha emoción. Los espectadores salen del cine y cuentan su experiencia. “No es una película que a la gente le gusta o no, sino que genera un tipo de apropiación diferente”, dice Mariano Llinas, su guionista
Una cuadra de cola. Hay varios videos en redes sociales: la gente espera con paciencia sobre la vereda de la Avenida Corrientes para entrar al Cine Lorca y ver esa película de la que hablan todos. Se llama Argentina, 1985, los protagonistas son Ricardo Darín y Peter Lanzani, la dirección es de Santiago Mitre y el guión es de Mariano Llinás y Mitre. Se perfila para éxito histórico: ya sumó más de 200 mil espectadores en su primer fin de semana.
Del otro lado del teléfono, Mariano Llinás conversa con Infobae Cultura sobre este fervor: “Por todo lo que dicen, por todo lo que aparece por ahí, incluso en las redes sociales, parecería que la película se habría convertido en lo que habitualmente se llama un fenómeno. Es decir, algo que ya no se comporta como se comportan las películas, algo que el público toma de una manera distinta. No es una película que a la gente le gusta o no, sino que genera un tipo de apropiación diferente”.
En las redes se lee todo tipo de crónicas espontáneas sobre este fenómeno. “Nunca vi tanta gente llorando en una sala de cine”, dice un usuario llamado @LucaKuretzky. Otro usuario, Isma Oliva, contó: “Fui a ver Argentina, 1985 y no solo me emocionó la película, sino también el ver la sala repleta aplaudiendo a nuestro cine nacional. Qué feo momento para ser de esos argentinos que desprestigian lo nuestro”.
La periodista Cecilia González opinó en Twitter que “las largas filas para ver la peli y la emoción que genera demuestra vigencia del resguardo ciudadano en favor de democracia”. La escritora Claudia Piñeiro fue a ver la película un domingo a la noche en un cine de Pilar donde “siempre hay poca gente”, pero se encontró con que “el cine estalla”. “Es por la película argentina, me dice la chica de la boletería. Felicitaciones a los q lograron esta emoción compartida”, remató la autora.
Dice Llinás: “La gente se levanta a gritar y a aplaudir en medio de las funciones. La gente se manda WhatsApp diciéndose cómo no estás haciendo esto. Genera reacciones inquietantes, reacciones nacionalistas, interpretaciones rarísimas que uno no pudo imaginar nunca para la película. Enojos también, muy extraños. Reclamos. Algo que ya no tiene que ver con lo que uno está habituado a ver en el cine. En ese sentido, los espectadores han hecho de ella un objeto diferente”.
Continúa: “Es muy interesante para quien hace cine. Es una experiencia que sucede pocas veces. A mí no me había pasado nunca, desde luego, y supongo que nunca me va a volver a pasar. En ese sentido, creo que solamente puedo contemplar estupefacto lo que está pasando, contemplar de una manera bastante gozosa pero a la vez bastante sorprendida el hecho de que la gente haya hecho suya la película de una manera tan contundente y seguir viendo a ver qué pasa”.
“Un amigo me mandó imágenes de la inmensa cola para ver Argentina, 1985 en el Cine Lorca”, escribió Axel Kuschevatzky, productor de la película, en su cuenta de Twitter. Acompaña el posteo con un video donde se aprecia la cantidad de gente sobre la vereda. “Gracias a toda la gente que, en cada rincón de nuestro país, fue a compartir la experiencia de ver nuestra adorada película. Ir al cine sigue siendo una experiencia única”, agregó.
La película habla de un tema crucial: el Juicio a las Juntas militares de la última dictadura. De esta forma interpela a la democracia, no sólo a cómo se recuperó de 1983 en adelante y cómo se condenó a los represores, sino también a la democracia actual y a cómo se ejerce, se vulnera, se amplía y se degrada. Los productores decidieron evitar las cadenas de cine, por lo que se puede ver en casi 300 salas más bien chicas de todo el país. El viernes 21 se estrena en Prime Video.
Antes del estreno, Santiago Mitre conversó con Infobae Cultura en una larga entrevista y dijo: “No queríamos hacer una película lúgubre. No porque estén mal esas películas, pero esta no tenía que ser así, tenía que tener color, humor. Y el tono representa lo que para nosotros significó ese hecho. No es una película sobre la dictadura. Es una película sobre la democracia y sobre un hecho heroico, feliz de la democracia”.
Otro usuario de Twitter, @sofireon, escribió que “cuando finalizó la escena del alegato final a las juntas, el cine estallo en aplausos y lágrimas”. “La emoción en la sala era palpable. Risas, aplausos y lágrimas”, publicó @YouAreMyBezoar. Escribió @larrymilitante: “Cuando Darín está leyendo la sentencia toda la sala se puso a aplaudir. En ese momento no pude creer cómo fuimos capaces como sociedad de meter preso a Videla y a todo lo peor de la dictadura”.
La intimidad de la emoción que genera esta película la cuenta muy bien Hinde Pomeraniec en su última columna Fui, vi y escribí de Infobae Cultura titulada “Argentina, 1985″ y la edad de la ilusión: “A propósito, le debo un agradecimiento especial a la mujer que estaba sentada a mi lado en la sala a oscuras y me socorrió con un pañuelo de papel cuando el llanto no me dejaba buscar tranquila en mi cartera”.
“En principio —concluye Llinás— parece ser algo que ha generado discusiones impensables, que ha generado sobre las nociones como Nunca Más o la propia democracia un entusiasmo que la gente parecía no tener o no saber que tenía. En ese sentido, ¿qué decirte? Te diría que la primera palabra es: sorprendente. Pero creo que es algo evidentemente no pasa con otras películas, hay algo que ya escapa a la película y que tiene que ver con determinado comportamiento social”.
FUENTE: Infobae