Muchos esperaban que los Celtics fueran el primer equipo en 77 años en remontar un 0-3 en una serie, pero los de Florida ganaron el Juego 7 en Boston, volviendo a demostrar que son el reflejo de una construcción de otra época. El análisis
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“El año que viene volveremos a estar en esta misma situación y será distinto”.
El 29 de mayo de 2022, justamente un año antes, Miami Heat perdía el Juego 7 ante los Celtics de Boston y, en medio de la bronca y la desazón, Jimmy Butler hacía una promesa que sólo lo grandes líderes se animan a hacer. Exactamente 365 días, cumplió: venció a los Celtics en su propia casa y se metió en la segunda final con el Heat. Cuando pocos pensaban que era posible, sobre todo luego de perder los últimos tres partidos de esta final del Este.
Y sí, la epopeya fue de Miami. No de los Celtics, como el mundo esperaba. La epopeya de la fe, de la ambición, del oficio, de la personalidad, del básquet en su esencia más pura…
Claro, para muchos podía ser más linda contar la historia del primer equipo en 77 años de la NBA que lograba ganar una serie luego de estar 0-3. Lo que no habían podido 150 equipos, lo alcanzaba nada menos que la franquicia más ganadora -iguala a los Lakers con 17 títulos-, camino justamente a su campeonato N° 18. Un cuento hermoso. Pero no será esta vez…
Este Heat es el anti-héroe, al menos para muchos en USA. No juega lindo, no hay tanto alley oop, volcada, triples a la carrera, no hay chiches ni lujos. Hay básquet a la vieja usanza. Con defensa dura y hasta áspera, con una ofensiva de pases, de buscar el mejor tiro, siempre pensando primero en el equipo. La cultura Riley, la que instauró el Padrido cuando llegó en 1995 y nunca, ni en los peores momentos, abandonó. La de competir, siempre. Con disciplina, profesionalismo y trabajo colectivo como baluartes.
Por eso pasó lo que pasó este lunes. Cuando muchos daban como favorito a Boston, Miami resucitó de las cenizas. Porque, cuando ganas o perdés, en playoffs se hace una bola de nieve casi imparable. Y luego de las tres derrotas seguidas, dos en casa, el equipo del gran Spoelstra parecía complicado. En confianza, en lo físico, en el juego. Parecía que había llegado a su techo y que había comenzado la caída.
Sólo parecía. No contaban con líderes como Butler, Spoesltra y Riley. Nadie puede sorprender con este nuevo hito de este equipo hecho de titanio, que casi se queda afuera de playoffs -perdió el play-in ante Atlanta-, que perdió dos piezas claves como Herro y Oladipo, que le tocó enfrentar al favorito (sacó 4-1 a Milwaukee, el #1), se cargó a los Knicks (#5) y ahora sacó al otro candidato del Este (#2), en su propia casa, en un Juego 7. Ahora será el segundo #8 que llega a la final de la NBA, luego de los Knicks en 1999. Lo esperan los Nuggets de Denver, desde el 2 de junio, sólo para hacer más épico de lo que ya es.
Nada es casualidad. Nada. El Heat está hecho para estos partidos. Para estas epopeyas. Porque lo construyó Riley, un constructor de épicas. Y no sorprende que su líder sea Butler, que lo haya elegido a él para comandar a la tropa. Una superestrella noventosa. De aquella época, totalmente distinta a las actuales. Parece que es un tipo que ha jugado en los Chicos Malos de Detroit, a fines de los 80, en los Knicks o en el Heat, de la década siguiente. Y tampoco eso es casualidad. Aquellos últimos dos equipos fueron moldeados, en el juego y en el carácter, por Riley, el primero desde 1991 a 1995 y el otro, desde 1995 a la actualidad. Y esas mismas formas, el estilo y sobre todo la cultura de trabajo, son las que instauró en la franquicia de La Florida, tanto en sus dos etapas como DT (1995-2003 y 2005-2008) como en las que estuvo como principal directivo, puesto que mantuvo incluso siendo coach (1995-2023).
Maneras a la vieja usanza que, pese al paso del tiempo, el Padrino mantiene, más allá de aggionarse a todo lo nuevo, desde tecnologías hasta tendencias en el juego. El juego cambia, la base de su éxito, no. El mejor ejemplo es que Riley fue el arquitecto del Show Time, aquel juego que marcó una época y le permitió a los Lakers ganar cuatro anillos en los 80. Luego se adaptó al talento que tuvo a mano y formó equipos menos vistosos, más rocosos, duros, ásperos, pero que siempre compitieron al máximo y nunca negoció el esfuerzo, la disciplina, el profesionalismo, el carácter y el equipo, por sobre todo.
Hay muchas similitudes con aquellos equipos de los 80 y 90 que nos deleitaron, más allá de las diferencias en el juego que hay con aquella época. Un conjunto granítico, lleno de oficio, que sabe a lo que juega, una identidad que se apoya en la defensa, los pases, la disciplina en la táctica y que tiene un líder de la vieja guardia.
Butler tiene lo mejor de esta era y lo mejor de la otra. Es un pitbull, que ladra y muerde, en el mejor sentido. Es un líder emocional, vocal, duro, áspero, que no le escapa al roce ni en los momentos calientes. Al contrario, los ama. Está hecho para esos momentos, lo nutren, lo potencian. Por eso ya lo llaman Mister Playoffs. Las pruebas: en fase regular promedió 22.9 puntos, 5.9 rebotes, 5.3 asistencias y 1.8 robo mientras que en postemporada está en 28.5, 7, 5.6 y 2. No es casualidad que haya sido elegido el MVP de esta final del Este, tras sumar 28 puntos, 7 rebotes, 6 pases gol y tres recuperos en el épico triunfo en Boston. Pero, claro, lo suyo va más allá de números. Es uno de esos líderes que manejan momentos de máxima tensión y que hacen las jugadas grandes, las que ganan partidos. Como volvió a demostrar en Boston. Hace lo había hecho hace tres años, cuando comandó al Heat a las finales, que terminaron perdiendo ante los Lakers porque, claro, habían llegado con lo justo, con la lengua afuera.
Ahora les tocan los Denver Nuggets y, claro, como en las otras series, el rival será favorito y no Miami. Tal vez por mucho porque Denver fue el mejor del Oeste y viene de eliminar a Minnesota (4-1), Phoenix (4-2) y a los Lakers de LeBron con una barrida (4-0). Tienen la estrella más desequilibrante del momento, el serbio Nikola Jokic, otra figura contracultural, como de alguna forma también en Butler, quien juega y hace jugar. Su segunda figura es Jamal Murray y el resto cumple muy bien su rol, dentro de un equipo que venía amagando y ahora, más maduro, concreto.
Pero ojo: no enfrentó todavía a un equipo como Miami. ¿Quién se atreve a apostar en contra de estos Heat?
Fuente: Infobae