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El cordobés que instaló carteles con el alfabeto de señas en las plazas para integrar a chicos hipoacúsicos

El cordobés que instaló carteles con el alfabeto de señas en las plazas para integrar a chicos hipoacúsicos

Juan Pablo Rodríguez busca la manera de ayudar a niños y niñas con discapacidad auditiva para que puedan ser comprendidos por los demás. Además, pide colaboración estatal para replicarlo en los colectivos y escuelas

Por Fernanda Jara para Infobae

“Tengo un proyecto que lo llevo adelante como puedo, sin recursos y a muy pequeña escala. Coloqué carteles en algunas plazas de mucha concurrencia porque la intención de esto es trabajar en la verdadera inclusión”, dice Juan Pablo Rodríguez sobre los afiches con el alfabeto en lengua de señas que ya están instalados en la Plaza Chazarreta, de Córdoba.

Hace unos días, instaló “entre 10 y 15” láminas de metal en las plazas cercanas a colegios e iglesias de su barrio. “Esto surge porque tengo un vecinito con discapacidad en la audición. Entonces me pregunté: ‘¿Cómo hace si está en la plaza, ve a otros nenes jugando a la pelota y se quiere sumar?’ Es necesario que los demás lo entiendan”, resume el tatuador de 46 años.

Juan Pablo realiza acciones solidarias desde hace una década de la mano de su fundación Un tatuaje por una sonrisa, que nació en 2015 con el objetivo de “diseñar y ejecutar programas y proyectos para la promoción humana, social y laboral de personas mayores de edad que se encuentren en situaciones de riesgo y vulnerabilidad social”.

Un chico aprende el alfabeto de señas gracias al cartel que colocó Juan Pablo (@untatuajeporunasonrisaa)
Un chico aprende el alfabeto de señas gracias al cartel que colocó Juan Pablo (@untatuajeporunasonrisaa)

La historia

Una tarde, Juan Pablo miraba entre las cosas de su hijo y vio un cuaderno en el que el niño había escrito: odio a mi papá.

“¡Eso me mató! Fue un golpe muy fuerte, un clic que necesitaba hacer porque estaba metido en las adicciones y ese día me propuse hacer cosas para que mi hijo se sienta orgulloso de mí y que piense: ¡Quiero ser como mi papá!, y que no me odie”, recuerda emocionado.

Trabajó para dejar esas adicciones y luego comenzó a ayudar a otras personas que estaban atrapados en el mismo círculo vicioso. “Yo digo que una persona adicta siempre es adicta, se puede tentar todos los días, pero elige no hacerlo. Ese es mi caso, elijo no volver a consumir”, asevera.

Hoy, luego de haber dejado esa problemática atrás, se muestra feliz porque su idea tuvo mucha repercusión. “Me llama la atención que algo tan simple tenga tanta repercusión”, dice Juan Pablo. Y se pregunta: “¿Por qué no se enseña lengua de señas en todas las escuelas? Creo que deberíamos estar más atentos a estas cosas, al cuidado de los chicos”.

Deseo de inclusión

A los minutos de que colocó el primer cartel, un chico se paró enfrente y comenzó a practicar con sus manos lo que veía. Lo ensayó un par de veces y Juan Pablo entendió que su idea venía a ocupar un vacío social.

Quería hacerlo para que cualquier niño o niña con discapacidad auditiva pueda jugar con los demás niños en la plaza. Para que pueda comunicarse con ellos, que los otros miren el cartel y generen un vínculo. Creo que es importante que estos carteles estén en todos los espacios públicos como hospitales, escuelas, colectivos”, asegura entusiasmado.

Sobre esa idea, agrega: “Pensemos en que un chiquito sordo suba a un transporte público con un adulto que esté abusando de él. Y que quiera alertarnos para ayudarlo y lo hace, pero no entendemos. Somos nosotros los que tenemos que aprender y tratar de entender”.

Cuando habla de inclusión, aclara: “Se usa mucho con la letra e, no me molesta en absoluto, pero me parece importante que busquemos todas las manera de incluir a las demás personas”.

Por esto, pide también que tanto las autoridades municipales como provinciales le den una mano. “Sería bueno que se sumen a la iniciativa, que ayuden porque solo no puedo. Y me parece que estaría bueno que estos carteles puedan estar ubicados en todos los espacios públicos. Yo no pido que tenga ni mi nombre, ni el de la fundación, pero que lo hagan y coloquen en todos lados para que todos podamos verlos todos los días, memorizarlo y aprenderlo”.

Pese a la repercusión de sus carteles, lamenta: “Yo deseo que esto se hicieran en toda Córdoba e incluso en todo el país, pero yo no tengo ni siquiera los medios los recursos para hacerlo. Los quince carteles los hice con la plata que tenía. Ojalá me den una mano para continuarlos”.

Otro proyecto: sala de cine en hospitales pediátricos

Juan Pablo tiene una Fundación hace 5 años. Lo que busca a través de esta institución es “armar una sala de cine en miniatura, digamos, y adaptada para unos 15 o 20 niños que estén internados. No lo puedo hacer porque no tengo los recursos, pero el proyecto está aprobado en el hospital. Este tipo de cosas, está comprobado, ayuda al estado de ánimo de los chicos con enfermedades”, cuenta.

De esa manera, Juan Pablo creeo que los pequeños pueden “desdramatizar la situación que les toca atravesar en el entorno hospitalario. Eso los ayuda a sentirse mejor y hasta a curarse. Todo lo que les hace bien hay que probarlo. Es importante para ellos”, asegura.

Su hijo, dejó de escribir que odiaba a su papá y comenzó a acompañarlo en sus tareas solidarias y trabaja a la par en la fundación. “Llevamos adelante campañas de concientización con tatuajes con los que tratamos de comunicar a la sociedad sobre problemáticas sociales. Por ejemplo, tatuamos a 20 mujeres que sufrieron violencia de género. Con un dibujo les tapamos las cicatrices externas, por ejemplo. También cada 2 de abril hacemos tatuajes en homenaje a las Islas Malvinas para los veteranos o los familiares de los caídos que quieran llevarla en la piel. ”, finaliza Juan Pablo.

Fuente: Infobae

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