Muchas veces, a la hora de gastar o invertir el dinero, gana en la balanza la compra de bienes de materiales en lugar de viajes o experiencias, ya que éstos suelen “perdurar en el tiempo”. Sin embargo, un estudio cientifico derriba por completo esta creencia.
“Uno de los enemigos de la felicidad es la adaptación”, dice el doctor Thomas Gilovich, profesor de psicología en la Universidad de Cornell que ha estudiado durante dos décadas la relación del dinero y la felicidad. “Compramos cosas para hacernos felices, y tenemos éxito. Pero sólo por un tiempo. Las cosas nuevas son emocionantes para nosotros al principio, pero luego nos adaptamos a ellas”.
El hallazgo publicado por Gilovich es la síntesis de los estudios psicológicos realizados en base a la paradoja de Easterlin, que afirma que el dinero compra la felicidad, pero sólo hasta cierto punto. Para ello, se recopilaron testimonios de personas hablando acerca de su felicidad ligada a lo material y a la compra de experiencias. Inicialmente, la felicidad relacionada con esas compras se ubicó igual. Pero con el tiempo, la satisfacción de la gente con las cosas que compraron bajó, mientras que su satisfacción con las experiencias subió.
“Nuestras experiencias son una parte más grande de nosotros mismos que nuestros bienes materiales”, dice Gilovich.
En esa línea, el profesor explica que uno puede disfrutar de adquirir cosas materiales, incluso pensar que parte de su identidad está conectado a esas cosas, no obstante, se mantendrán separadas. Por el contrario, las experiencias son en realidad parte de uno.
El estudio de Gilovich refleja incluso que si una persona tiene una experiencia que la impactó negativamente en su felicidad, una vez que tienen la oportunidad de hablar de ello, su evaluación de ese evento aumenta. Esto lo atribuye al hecho de que algo que pudo haber sido estresante en el pasado puede convertirse en una divertida historia que contar en una fiesta o incluso, tomarlo como una experiencia que ayuda a la formación del carácter.
La investigación de Gilovich apunta a tomar más felices decisiones: “El cambiar las inversiones que hacen las sociedades y las políticas que aplican, puede conducir a grandes poblaciones a los tipos de actividades vivenciales que promueven una mayor felicidad”, escribe junto a su coautor, Amit Kumar, en su artículo publicado en la revista Social Psychology.