Maximiliano Abiuso nunca pensó que su trabajo de herrero le serviría para mejorar la vida a su bebé. Pero ocurrió. Su hijo nació con una malformación en una de sus manos, llamada “agenesia”, hecho que motivó que construyera una impresora 3D y así armara una prótesis para el pequeño.
Una cosa llevó a la otra: en este caso –según cuenta Abiuso, de 32 años– la mala experiencia con la ortopedia fue el factor decisivo. La “agenesia” es una anomalía en el desarrollo que un órgano sufre durante el crecimiento embrionario y se manifiesta en algún tipo de malformación.
Al pequeño Luciano se le desarrolló un principio de muñeca con unos pequeños dedos. La mujer de Maximiliano, Natalia Weisbeck, contó que tuvo pérdidas durante el embarazo, pero que en ninguna de las ecografías salió la malformación.
Luciano nació el 9 de octubre de 2014. Y a partir de ahí, empezó la cruzada. “El día que nació me vine a dormir solo porque mi mujer todavía estaba internada, y soñé que le hacía al bebé una mano hidráulica para que pueda forjar los yunques, como lo hago yo en mi trabajo de herrero”, contó.
Tras lo cual, en diálogo con la agencia Télam, agregó que la prótesis que les dieron “era un desastre, sin movilidad”. Es por eso que Internet fue un comienzo para ver qué pasos seguir. “Encontramos una nenita inglesa de dos meses que tenía una (prótesis) muy chiquitita, y yo lo vi como muy lejano”.
“Busqué quién me podía imprimir la prótesis en 3D pero me salía carísimo el servicio y además era un despelote porque si había que reformar algo había que ir y venir, hasta que un amigo me avisó que había alguien que estaba armando una impresora y que era fácil”, siguió.
Después de investigar y leer varios tutoriales, llegó al foro “RepRap” donde conoció a Daniel, quien lo ayudó en el armado. Así fue como, tras encontrar un distribuidor de insumos 3D a unas cuadras de su casa, compró un kit de $10.000 y en 15 días fabricó la impresora.
Según confesó, la primera prótesis “la hizo con poca esperanza” porque pensaba “que no se iba a poder flexionar”. Luego junto a su mujer optaron por el modelo Raptor de la ONG E-Nable, que “funciona muy simple, lleva hilos por dentro de los dedos que están anclados a la parte del antebrazo y cuando la palma se dobla los hilos tiran y los dedos se cierran”.
Tanto él como Natalia destacaron que “los diseños de las prótesis están liberados”, con código abierto, “para que puedan ser compartidos por todos”.
Maximiliano, que vive con su familia en Caseros, compartió su experiencia en la red Taringa!, plataforma en la que es usuario desde hace seis años con el apodo @Machithor a través del post: “Le Hice una prótesis 3D a mi hijo y te lo cuento”.