Sandra se cuelga de las sogas y juega en el recinto que le prepararon en el Zoo de Buenos Aires después de que, a instancias de un hábeas corpus presentado por una ONG que buscaba remediar las condiciones en las que vivía en una jaula, la Justicia porteña declaró a la orangutana “persona no humana” y ordenó su traslado.
Tiene 30 años, nació en Alemania y después de haber pasado por varios lugares de encierro llegó a Buenos Aires. Pero tendrá un nuevo destino: se prevé que dentro de pocos meses pueda mudarse a Sorocaba, a 100 kilómetros de San Pablo, Brasil, a un santuario de chimpancés. El viaje, el traslado y el control veterinario correrían a cargo de las autoridades del lugar, que también intentan llevar a Toto, un orangután del zoológico de Chapultepec, México.
“Sabemos que el estado en el que está Sandra no es el mejor, pero el proceso avanza y se espera que se expidan los expertos para que aporten a la causa que se sigue por la liberación”, explicó Andrés Gil Domínguez, representante legal de Afada, la ONG que se presentó en la causa que atiende la jueza Elena Liberatori.
Denuncian un deterioro general
“Por el momento la buena noticia es que los directivos del santuario están dispuestos no sólo a recibir a Sandra, sino también a afrontar los costos de su traslado y su atención. Tenemos esperanza de que antes de fin de año se pueda resolver la situación”, agregó Gil Domínguez.
Según la carta oficial que el santuario de Sorocaba envió a la Justicia -a la que LA NACION tuvo acceso-, el costo rondaría los 10.000 dólares. Viajaría en avión hasta San Pablo y luego, por tierra, hasta su nueva morada. La edad es una preocupación para los expertos, especialmente en el caso de Sandra, que convivió con una cría que tuvo durante cinco años y luego fue vendida.
“Un primate bien tratado es como un humano joven. Si fue maltratado puede afectarlo bastante y envejecerlo. Tenemos mucha experiencia con primates de 20, 30 y hasta 40 años que se han adaptado rápidamente a las condiciones de vida. Como seres inteligentes que son, perciben rápido que el lugar es diferente, que no hay público asediándolos ocho horas por día y que pueden hacer lo que quieran en su recinto, sin restricciones, de día y de noche”, afirmó Pedro Ynterian, director del santuario, en la misiva enviada a Liberatori.
Según los planes, Sandra sería colocada primero en su propio recinto con un sector interno y otro externo. En la descripción del santuario se indica que tienen espacios diversos desde 1000 m2, un lugar sustancialmente más grande que en el que vive hoy.
Paralelamente, dos proyectos de ley que buscan transformar radicalmente el zoológico de la ciudad se estudian en la Legislatura porteña, mientras sus mismos empleados advirtieron que el predio está “en crisis” (ver aparte).
Las propuestas, que impulsan los diputados Adrián Camps (PSA) y Hernán Rossi (Suma+), apuntan a convertir el tradicional paseo en Jardín Ecológico y Parque de Concientización Ambiental, respectivamente. El caso de Sandra es analizado en el plan, e incluso figura entre los primeros animales que van a ser trasladados.
La iniciativa de Camps propone que sea un espacio para preservar y rehabilitar la fauna autóctona, donde se priorice y se tenga en cuenta el cuidado del ambiente. “Ahora el zoológico funciona como cualquier empresa que busca maximizar la ganancia. Está preparado para la exhibición, no para la investigación”, señaló el legislador.
Rossi destaca aspectos similares y pone el acento en la revalorización de los edificios y el patrimonio arquitectónico para ser convertidos en espacios de interpretación. “Este proyecto es una deuda de la Ciudad con los porteños y fue trabajado con el objetivo de ofrecer un espacio recreativo que concientice sobre el medio ambiente”, sostuvo.
El gobierno porteño también presentó, en abril pasado, un plan de reformas. Incluye además un fondo anual de 1,3 millones de pesos para proyectos de conservación de fauna dentro o fuera del zoológico, incluso en otros puntos del país. El Zoo porteño es manejado hoy por una concesión encabezada por la empresa Jardín Zoológico. Paga mensualmente un canon de 1.010.000 pesos. Según indicó el gobierno porteño oportunamente, el fondo para los proyectos de conservación saldrá de ese canon. El contrato finaliza en 2017. Sin embargo, en las últimas semanas la muerte de dos lobos marinos, supuestamente tras una exhibición, que está prohibida, reflotó la discusión por este espacio público en el pulmón de Palermo.