Levantó en los minutos finales un partido que tenía perdido tras ser muy inferior
El Atlético es único estropeando planes. Más allá de que la grada dedicara miércoles y jueves a exhibir sin rubor la final que deseaba, abucheando si era preciso al que osara ponerla en riesgo, tampoco al organizador parecía venirle del todo mal un Clásico. El nuevo formato y el reparto económico apuntaban por ahí, de modo que el resto quedó en manos del sorteo, benévolo en ese sentido, y por supuesto de los propios equipos. Ahí los de Zidane resultaron absolutamente irreprochables, pero los de Valverde… ay los de Valverde. La final será un derbi, a mayor gloria de Simeone. Siempre hay que creer.
No hay manera de explicar lo que sucedió, pero cierto sentido de la profesionalidad obliga al menos intentarlo: el Atlético hizo uno de esos ejercicios de supervivencia que resultan hasta angustiosos, agarrado a un Oblak sobrenatural, para liquidar en el tramo final, porque llegó vivo al tramo final, un partido que apuntaba a goleada azulgrana. De repente el Barça se cayó con estrépito, cuando más sólida parecía su posición, de modo que Morata y Correa torcieron el destino por mucho que el VAR o el colegiado o quien diablos fuera parecieran empeñarse en que no fuera así, fumándose la clara mano de Piqué que hubiera podido valer el tercero antes de que llegara el tercero.
La tarde nació torcida desde la perspectiva rojiblanca. Se caía del once Giménez, inquilino habitual de la enfermería, y su plaza era para Savic, inquilino habitual de la enfermería. No se caracteriza el montenegrino precisamente por agarrar rápido la forma después de cada lesión que sufre, y en este caso concreto llevaba más de dos meses sin jugar, pero Simeone decidió ponerlo desatendiendo la opción de Hermoso. Enfrente esperaban Griezmann, Messi y Suárez, los mismos ante los que el central madrileño había destacado recientemente… pero ni por ésas. Manda El Cholo.
Las fechas del torneo han cambiado, pero el cansino ritmo del primer cuarto de hora remitía necesariamente al mes de agosto. Llegados a ese punto se sucedieron los accidentes: Correa salió maltrecho de un emparedado que le hicieron entre Neto y Umtiti, primero, Oblak se dolió del muslo tras pelear una pelota con Luis Suárez, después, y Messi recibió un golpe de Saúl, por último. Continuaron los tres, pero, vaya usted a saber si hay relación directa entre una cosa y la otra, de la sucesión de percances salió un Barça dominador, que enseguida tuvo a bien examinar la salud del guardameta rojiblanco.
Y no hizo falta ser médico para diagnosticar una recuperación completa: el esloveno sacó la de Messi, tras una pared en el área, sacó la de Griezmann, mano a mano tras pérdida grosera de Thomas, y sacó la de Luis Suárez, disparo desde cerca. Tuvo para todos, marchándose además desviado un peligroso córner azulgrana, de modo que el Atlético llegó vivo al entreacto después de ofrecer una imagen lamentable, absolutamente domesticado por la escuadra de Valverde, absolutamente incapaz de presionar o de salir a la contra. De todo lo que no fuera, en fin, refugiarse cerca del portero.
El descanso coincidió con una refriega barriobajera que arrancó entre Alba y Joao Félix y finalizó entre Suárez y Savic… paso previo por Messi. Que se involucrara Leo ahí anunciaba de algún modo lo que después sucedió, la tormenta desatada por el argentino, pero para cuando por fin marcó con la derecha resultó que iba ganando el Atlético. El fútbol es así de caprichoso y la primera intervención de Koke, reclutado por fin, asistido por Correa, había abierto el marcador en la misma portería que tanto había amenazado el Barça. A los 20 segundos del acto decisivo.
Fue espejismo, porque no podía ser otra cosa. Enseguida llegó el empate, en jugada que hubiera requerido más intensidad de Savic, y a partir de ahí otro aluvión: Messi tuvo el segundo, Messi marcó el segundo pero se lo anularon por mano previa, Griezmann marcó el segundo después de que Oblak sacara la de Suárez, Oblak volvió a sacar la de Suárez convirtiéndolo ya en cuestión personal, Piqué marcó el tercero pero se lo anularon por fuera de juego de Vidal… aquello pintaba a sentencia antes o después, así que por supuesto sucedió todo lo contrario. Recordemos que andaba el Atlético por medio.
Una primera contra rojiblanca anunció la debacle del Barça, golpeado con el empate de Morata por el penalti de Neto que sí se pitó, perjudicado por la salida de Busquets (y por la entrada de Llorente en el otro lado), noqueado en fin a última hora por Correa. Si la primavera árabe tuvo mucho de revolución, aquí está el Atlético para reivindicarla. El Clásico tendrá que esperar, queridos amigos saudíes.
Fuente: Marca