No era necesaria la pandemia del COVID-19 para revelar hasta qué punto son difíciles las relaciones de pareja: la convivencia, el sexo, el amor, el poder y la crianza de los hijos son apenas los temas principales del asunto. En marzo Esther Perel, autora de los best-sellers Inteligencia erótica, claves para mantener la pasión en la pareja (traducido a 26 idiomas) y El dilema de la pareja (sobre la naturalidad de los deseos extramatrimoniales y el concepto de infidelidad), transformó su podcast “Where should we begin?”, una serie de sesiones de terapia matrimonial abierta al oyente, en una trinchera para resistir la cuarentena, “Couples in Lockdown”. Allí parejas de distintos lugares del mundo —hasta ahora Bélgica, donde nació Perel; Italia, Alemania y Estados Unidos— discuten los problemas que los ponen a prueba diariamente en esta experiencia sin precedentes.
“Si queremos abordar los desafíos de la comunicación, el deseo y el conflicto en las relaciones, esta época es un laboratorio”, dijo a The New Yorker en una entrevista via Zoom. Desde cómo mantener un sentido de uno mismo cuando se está forzado a estar 24/7 con otro hasta cuál es la etiqueta conveniente para pelear, Perel recorrió en una entrevista las cuestiones capitales de pasar la cuarentena por el coronavirus con la pareja.
Nº 1: crear límites, rutinas y rituales
“Creo que, realmente, algo esencial en este momento, en especial cuando solo tenemos a una persona para que nos de lo que una ciudad debería darnos, es que creemos límites, rutinas y rituales”, dijo la experta, sin demoras.
Perel considera imperativo que exista, del mejor modo que se pueda trazar, “una separación entre el día y la noche, la semana y el fin de semana, el tiempo de trabajo y el tiempo de ocio, momentos para las tareas y momentos para detenernos un poco”. Preguntó, por ejemplo: “Cuando nos disponemos a comer, ¿vamos a reorganizar la mesa o solamente vamos a empujar un poco las cosas de trabajo como para que tengamos lugar donde poner un plato? Creo que ahora más que nunca la rutina que crea una estructura, trae un cierto sentido de orden en un mundo que se siente tan caótico y tan incierto. Es crucial”.
Por último, explicó, el ritual separa lo ordinario y lo mundano de algo que cobra así otro sentido, separado, acaso más elevado.
Las reglas de la pelea
Sea porque la gente puede trabajar desde la casa o porque ha perdido su trabajo, la convivencia elegida parece transformarse en algo forzado, donde se da una “visión ampliada de nosotros y nuestras parejas”, como definió Perel. Eso puede ir en dos direcciones, analizó: una positiva, en la que se vuelva una fuente de conexión —”No sabía, cuéntame más” o “Cuánto te lo agradezco”— o una de acusación —”¿Crees que los platos se lavan solos?”, “¿Qué demonios te pasa?”—, lo cual plantea la cuestión central de unas reglas mínimas para discutir cuando ni siquiera se puede salir de la casa a ventilar la cabeza.
“Creo que las parejas, por definición, atraviesan la armonía, la discordia y la reparación”, planteó la terapeuta. Ella desaconseja fuertemente que se destaque lo que sea negativo y dé por sentado lo que sea positivo: “Si llegamos a tiempo fue porque no había tránsito y si llegamos tarde fue por ti”, ilustró. Esa secuencia imagina un mundo que no existe, donde lo positivo es simplemente la manera en que las cosas deberían ser y lo negativo es el otro, que trae el ruido de su manera personal.
“Lo que quieras que el otro haga por ti, comienza por hacérselo a él o ella”, aconsejó. Por varias razones: “A) funcionas de modelo; B) incitas una respuesta similar, un ciclo de retroalimentación, de reforzamiento de lo positivo en contra del reforzamiento de la negativo; C) creas un pedido, no solo una protesta”.
Este último punto importa porque va más allá de meramente desahogarse y plantea la pelea como algo constructivo que se realiza desde”un lugar de interés propio inteligente, como dice mi amigo Terry Real”, citó Perel. “Para desahogarte llama a tus amigos, sácalo todo afuera. Y luego regresa a tu pareja y muestra una actitud estratégica. Porque no quieres simplemente desahogarte. Lo que quieres es un cambio”.
Por eso importa tanto que, en esa danza de armonía, discordia y reparación, haya una coreografía por la cual las personas puedan pensar primero en diez cosas positivas sobre el otro antes de echarle en cara las diez negativas que la fastidian. “Porque si se comienza por lo positivo, uno pelea de otra manera. Literalmente se obtiene una discusión distinta. Hasta se puede disipar con humor”, dijo a Rachel Syme, la periodista de The New Yorker.
Y cuando se discute sobre una cosa —señaló, por último— hay que concentrarse en ella, “no terminar hablando de otras cinco cosas, dos de las cuales pasaron hace años”.
¿Hay sexo en el tedio del encierro?
Cuando no la distancia no es posible, ¿hay erotismo? La respuesta, observó Perel, rara vez es sí o no. “Existen muchos mitos que debemos desacreditar sobre qué conserva realmente el interés erótico en una pareja. La idea de que no hay misterio porque estoy en el mismo espacio que tú es cierta en alguna medida, si simplemente pensamos que alejarnos de la persona es suficiente”. Lo que ella cree que, realmente, es necesario es “crear un espacio”: la distancia no es, muchas veces, física.
“Los que tienen niños pequeños en la casa pueden observar lo que ellos hacen: no necesitan salir para convertirse de repente en el capitán de un barco, en el oficial de una fortaleza o el conductor de un camión. Simplemente se meten en un personaje y, desde ese ‘modo de juego’, mediante su imaginación, trascienden las fronteras y las limitaciones de la realidad. Con la mente erótica sucede lo mismo: es la versión adulta de lo que los niños hacen cuando juegan”.
La infidelidad y las relaciones nuevas
Una de las parejas que hablan en el podcast de Perel estaba en pleno divorcio cuando el coronavirus llegó a Nueva York. Quedaron en una especie de pausa dolorosa, entre otras razones porque el futuro ex esposo tiene una novia y quiere seguir viéndola a pesar de la órdenes de quedarse en la casa. Para la terapeuta, que considera que “la infidelidad es el tabú que universalmente se condena más y se practica más”, y que “es posible que la monogamia no sea parte de la naturaleza humana, pero la transgresión ciertamente lo es”, la pregunta es qué se define como infidelidad.
“¿Tienen las personas la oportunidad de salir y encontrarse con sus amantes en términos físicos? No, muchos no. Pero ¿tienen acceso, en línea, a conectarse con muchas personas? Claro que sí. ¿Pueden hacerlo mientras están junto a su pareja?”, siguió. “Esa es la cuestión con la infidelidad moderna: es posible tener realmente un affair con alguien mientras te encuentras echado en la cama junto con tu pareja. Así que en ese punto no hay mucho cambio”.
En el caso de aquellos que no pueden salir a encontrarse con terceros, “en algunos casos se da que reconectan con sus parejas y se desconectan de sus intereses externos”, aunque en otros casos sucede lo contrario: “Se vuelven más ansiosos por conectar con todas las oportunidades que podrían tener en el exterior”.
Para las personas que comienzan a salir, “las cosas van mucho más lentamente”, siguió Perel. “Se habla más, mucho más que lo que nos permitía la cita típica; uno no se puede acostar con el otro rápidamente, así que termina por tener conversaciones. Y las conversaciones son más profundas. Las personas se preguntan sin más: ‘¿Dónde te encuentras? ¿Te sientes seguro? ¿Cómo está tu familia?’. Se abren al otro partes de uno mucho más importantes”.
—¿Quiere decir que las relaciones son más profundas cuando no hay sexo de inmediato? —preguntó Syme.
—Una de las fórmulas sexuales más lindas es atracción + obstáculos = excitación. Es lo que sucede en los affairs todo el tiempo. Es lo que hace la gente que está separada de los demás. Extrañan. Hablan sin parar. Fantasean. Sueñan. Cuando no puedes encontrarte con una persona, no puedes tomar atajos, y todo el mundo tiene su propia versión de los atajos. Pero en este momento la gente realmente se siente con ganas de conocer a otro. Estoy asombrada de la cantidad de gente que está empezando verdaderas historias de amor.
El lado bueno del encierro
Perel cree que, más allá de las dificultades, que son reales y muchas, la cuarentena por el COVID-19 podría ser un gran momento para las parejas. “En tiempos de sufrimiento nuestras prioridades se reorganizan y con frecuencia nos deshacemos de lo superfluo. Los desastres también cumplen una función de aceleradores. Así, la gente está tomando decisiones: ‘Nos vamos a mudar’, ‘Cambiaremos de trabajo’, ‘Viviremos más cerca de nuestros padres’, ‘Tendremos otro hijo’, ‘Comenzaremos a hacer eso que durante tanto tiempo quisimos hacer’. Todo eso se está viendo mucho. Están sucediendo un montón de cosas maravillosas y positivas. Hay tantas nuevas oportunidades“.
En general, concluyó, cuando la gente vive en una situación de estrés agudo, puede suceder que se agraven las grietas en su relación o que se intensifique la luz que pasa por esas grietas. “Se amplifica tanto lo mejor como lo peor”, dijo la terapeuta y best-seller.
Cómo mejorar la relación durante la crisis
Lo principal para sobrellevar las dificultades del encierro en pareja es normalizarlo, dijo: “Tienes que comprender que esto es lo que le sucede a todas las parejas cuando sufren estrés. Se pelearán entre ellos y se desquitarán el uno con el otro, porque no sienten que puedan controlar el panorama general. Esto es normal”.
Entonces, propuso, en lugar de discutir por eso y competir por quién sufre más o quién tiene más culpa, conviene dejar de lado el yo y el tú para pensar que todo lo horrible que sucede le sucede al nosotros. “¿Qué nos está causando esto a nosotros?”, será la pregunta, puso como ejemplo. “¿Qué necesitamos nosotros en este momento?”. La experta cerró: “Si puedes pensar en esa entidad externa llamada ‘relación’, y hacer ciertas cosas porque la relación las necesita, aunque no sean lo que tú necesitas, eso te brindará una estructura muy esperanzadora”.
Fuente: Infobae