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COP27: cuáles son los países más rezagados en el aporte financiero para paliar los daños del cambio climático

COP27: cuáles son los países más rezagados en el aporte financiero para paliar los daños del cambio climático

Los países más industrializados han realizado aportes para ayudar a los países en desarrollo a hacer frente a las consecuencias del calentamiento global según su nivel de emisiones, pero el incumplimiento es alarmante. Estas son las cifras

Plata, plata, plata. El financiamiento es uno de los temas centrales que debe empezar a resolverse en la cumbre de cambio climático (COP27), que se celebra en Sharm El Sheikh, en la península del Sinaí, en Egipto. Desde hace décadas, cuando la ciencia demostró que la crisis climática es real, que tiene origen antrópico y que hay responsabilidades históricas por esa emisión de gases de efecto invernadero que nos trajo hasta acá, se estudian mecanismos financieros que puedan compensar y paliar sus efectos.

Para eso se creó un fondo que debería aportar 100.000 millones de dólares para financiar el clima para 2020. Sin embargo, no ocurrió. Ahora, ¿cuáles son los países obligados a hacer aportes financieros? Y aquí es donde entra la geopolítica del clima. La lista es la siguiente: Australia, Austria, Bélgica, Canadá, Dinamarca, Finlandia, Francia, Alemania, Grecia, Islandia, Irlanda, Italia, Japón, Luxemburgo, Holanda, Nueva Zelanda, Noruega, Portugal, España, Suiza, Suecia, Turquía, el Reino Unido y los Estados Unidos.

Según un nuevo análisis de Carbon Brief, un think tank británico especializado en analizar datos, los Estados Unidos deberían aportar casi 40.000 millones de dólares al objetivo de financiación del clima de 100.000 millones de dólares. Esto supone 32.000 millones de dólares más que los 8.000 millones que, se calcula, que el país aportó en 2020. Otros países rezagados son el Reino Unido, Canadá y Australia, que han hecho contribuciones financieras al objetivo acordado internacionalmente menores que su porcentaje de emisiones históricas.

El análisis compara los porcentajes nacionales de las emisiones históricas con las contribuciones proporcionales al objetivo de financiación climática de 100.000 millones de dólares. Estados Unidos, por ejemplo, es responsable del 52% de las emisiones históricas. Si Estados Unidos hubiera pagado una “parte justa” equivalente al objetivo de financiación climática de 100.000 millones de dólares, entonces, tras contabilizar las contribuciones de la financiación privada, debería haber aportado 39.900 millones de dólares.

Asimismo, Canadá dio el 37% de su cuota justa y le faltaron 3.300 millones de dólares, mientras que Australia dio el 38% de su cuota justa y le faltaron 1.700 millones de dólares. El Reino Unido aportó el 76% de su cuota justa, con un déficit de 1.400 millones de dólares. En cambio, Alemania, Francia y Japón dieron proporcionalmente más que su contribución al calentamiento histórico. Sin embargo, a diferencia de otros países, gran parte de su financiación se realiza en forma de préstamos y no de subvenciones.

En las negociaciones de la ONU sobre el clima, los países desarrollados acordaron en 1992 aportar “recursos financieros nuevos y adicionales” para ayudar a los países en desarrollo a hacer frente al cambio climático.

10 centavos por dólar

En medio de la crisis económica que ha dejado el COVID19 y las consecuencias de suba de precios de commodities de la guerra en Ucrania, el panorama va más lento aún. Es por eso que desde anteayer los países en desarrollo han redoblado sus pedidos y endurecido sus discursos ante los desalentadores panoramas que muestran que el 1,5ºC está más cerca de lo que pensamos. En el Acuerdo de París, dentro de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, ratificado en 2015, los países firmantes acordaron mantener por debajo de 2 °C el incremento de la temperatura global del planeta y hacer esfuerzos para limitarlo a 1,5 °C.

“¿Cómo es posible que las empresas obtengan 200.000 millones de dólares de ganancias en los últimos tres meses y no esperen contribuir con al menos 10 centavos de cada dólar de beneficios a un fondo de pérdidas y daños?”, se preguntó Mia Mottley, primera ministra de Barbados, representando a las islas.

En un año en el que se han movilizado 100.000 millones de dólares para ayudar a Ucrania a defenderse del ataque de Rusia, la falta de financiación para el clima y el desarrollo es irritante para muchos en el mundo en desarrollo. Por caso, el “nuevo” compromiso de 1.500 millones de dólares del Primer Ministro británico, Rishi Sunak, no es tan nuevo: resultó ser de un fondo existente de 11.600 millones de dólares. La buena noticia es que confirmó que el dinero se entregará antes de la fecha límite de 2026.

Los cálculos que hacen en Sharm El Sheikh aseguran que en medio de la crisis energética, las ganancias de las empresas de gas y petróleo en lo que va de año han aumentado el 131 por ciento. Mientras tanto, muchas familias se preguntan cómo van a pagar sus facturas, ya que los combustibles fósiles impulsan la inflación y muchos países más pobres se ven obligados a recoger los pedazos de otra ola de impactos climáticos, también impulsados por los combustibles fósiles.

“¿Ha llegado por fin el momento de un impuesto extraordinario para cubrir la transición energética y las pérdidas y daños?”, se preguntaban varios delegados en la cumbre. Las respuestas son diversas: 37.000 millones de dólares, por ejemplo, sería la cantidad que recaudaría el impuesto del 10% sobre las ganancias sugerido por Mottley. La cifra se basa en los beneficios de las 15 mayores empresas petroleras y de gas que cotizan en bolsa (BP, Shell, Exxon, Aramco, etc.) y equivale aproximadamente a las pérdidas económicas de las inundaciones de Pakistán.

Otras posibilidades que se mencionan tienen que ver con los fondos de los organismos multilaterales de crédito como el FMI o el Banco Mundial. El Secretario General de la ONU, António Guterres, también apoya los canjes de deuda o mecanismos similares para los países de renta media como Pakistán que luchan contra los altos costes de los impactos climáticos, al tiempo que pide un nuevo “pacto de solidaridad climática”.

“Para países como Pakistán, debería haber una forma de canjear el pago de su deuda por inversiones en rehabilitación y recuperación y reconstrucción”, dijo, instando a los líderes del G20 a acordarlo en la próxima semana, en Indonesia. Estos canjes son típicos de los países de bajos ingresos, pero la presión para emprender algunas reformas serias sigue aumentando.

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, fue por más: pidió la creación de un grupo de expertos para impulsar una nueva y rápida financiación climática para los países vulnerables. Francia, Colombia y Barbados piden ahora al FMI, al Banco Mundial y a la OCDE que revisen sus normas de reembolso de la deuda de los países afectados por los impactos.

Basta de greenwashing

Mientras tanto, también se presentó hoy un nuevo protocolo que busca sacarle la careta a los anuncios verdes, sean de países, organismos o empresas. El Grupo de Expertos de Alto Nivel de Naciones Unidas (NNUU) solicita a las entidades no estatales que se comprometan a reducir inmediatamente las emisiones absolutas en toda su cadena de valor con objetivos a corto, medio y largo plazo basados en la ciencia. Los planes de transición deben ser detallados y mostrar reducciones inmediatas de emisiones, por su parte las inversiones de capital deben alinearse con dichos objetivos y con la trayectoria de emisiones netas cero de la entidad no estatal.

Para evitar el falseamiento (o la manipulación) las entidades no estatales deben publicar el progreso realizado anualmente. Tanto los planes de transición como el informe anual de progreso, cuya información debe ser comparable con la de sus homólogos, debe ser verificado por un experto independiente.

“Nadie puede negar la necesidad de reducir las emisiones de forma inmediata y drástica. Si la industria, las instituciones financieras, ciudades y regiones realmente cumplen con sus promesas sobre las cero emisiones netas, adoptarán estas recomendaciones”, afirmó Bill Hare, miembro del grupo de expertos y científico especialista en cambio climático. “Si las empresas de combustibles fósiles creen que pueden aumentar su producción y simultáneamente mantener su compromiso de cero emisiones netas, se equivocan”, aseguró.

FUENTE: Infobae

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