El aislamiento social, preventivo y obligatorio es una buena oportunidad para iniciar un proyecto que traerá bienestar tanto físico como mental y emocional.
Por Belen Marchese
A su vez, Marcos Roba, Ingeniero Agrónomo, explicó que las huertas en casa nos permiten saber exactamente cómo estamos produciendo nuestro alimento. “Más allá de los productos fitosanitarios y fertilizantes que se usan en el campo, tenemos que saber que los vegetales además pueden contaminarse en el transporte y en los mercados, ya sea con químicos o, más probablemente, con contaminantes orgánicos, por estar en contacto con animales (aves, roedores, gatos y perros) y sus heces”.
“Los beneficios son muchos”, detalló María Alejandra Garrido, Ingeniera Civil y desarrolladora del proyecto Huerta en Macetas. “Es desestresante, te mantiene en movimiento y ejercita el cerebro, hay estudios que sostienen que se generan sustancias químicas como la dopamina y serotonina. Pero lo principal estamos ayudando a mejorar el medio ambiente. Es la mejor herencia que le podemos dejar a las generaciones futuras. Aprender a sembrar es como aprender un idioma o a manejar, nunca sabemos cuándo lo vamos a necesitar”, agregó.
Planificación de la huerta
“Para cualquier proyecto botánico que iniciemos, se necesita una primera instancia que es observar el espacio para ver qué asolamiento tiene y en qué horarios. Si no contamos con entre cuatro y seis horas de sol, es difícil que prosperen algunos cultivos”, explicó María Capurro Robles, quien junto con Romina Gil lleva adelante Tebi Espacios Inspirados, donde desarrollan proyectos paisajísticos personalizados y sustentables.
“El microclima es muy importante. Cualquier rincón soleado con buena circulación de aire sirve”, agregó Capurro Robles, quien además instó a los interesados a realizar un esquema simple con lápiz y papel para detectar qué otros elementos van a convivir con la huerta y preservar así el buen crecimiento de las plantas.
Por otro lado, hizo hincapié en que tiene que estar ubicada en un lugar cómodo porque de eso va a depender el cuidado de la misma. “Puede estar colocada paralela al piso o de manera vertical. Si tengo problemas de espalda o de cintura, puedo pensar en que las macetas se apoyen sobre algo alto y no tenga que estar agachándome de una manera en la que no disfrute del proceso”, concluyó.
Arqueo de contenedores y sustrato
En un principio, es importante realizar un arqueo de macetas y contenedores, para evaluar en qué condiciones están las macetas que se tienen y qué contenedores se pueden usar: botellas o bidones, latas de distinto tipo, cajones de verdura o pallets. En todos los casos, es importante que tengan drenajes para que el agua pueda escurrir en la parte inferior y no quede estancada. “Es una oportunidad para agudizar la creatividad. Además, reciclar estos materiales también es un proceso de juego grupal, ya que se pueden pintar y decorar”, agregó Capurro Robles.
El sustrato es la tierra preparada que se utiliza para cultivar alimentos. Muchas cadenas de supermercados o locales de cercanía comercializan este producto, por lo que se puede agregar a la compra familiar. Además, en épocas de pandemia, hay muchos viveros y emprendimientos ecológicos que hacen el reparto, explicó Rodrigo González de Comunidad Huerta.
Por otro lado, la otra opción es recuperar macetas abandonadas o encontrar tierra sana, aquella en donde no se tiró basura y que no se encuentra cercana a zonas donde hay desechos químicos, y preparar el sustrato: hay que mover esa tierra agotada, darle aire y ponerle algún nutriente orgánico como restos de yerba, restos de café, cáscaras de huevo bien molidas o té de banana. El compost es un tipo de abono ideal pero su preparación toma más tiempo.
Semillas y plantines
Los plantines, que luego se trasplantarán, en varias ocasiones son comercializados por las mismas verdulerías o comercios de cercanía. Pero, debido al aislamiento, conseguir semillas puede implicar un desafío. Lo fundamental a considerar es que existe la posibilidad de obtener plantas de las mismas sobras que consumimos.
“Muchas veces, los paquetes de rúcula o albahaca vienen con las raíces de las plantas. Todo eso se cortar y resembrar una vez utilizado. La batata o la zanahoria se pueden poner en agua hasta que echen raíces bien desarrolladas y luego plantar”, explicó Capurro Robles, y agregó: “Para el tomate, cortamos unas rebanadas de medio centímetro con bastantes semillas, las ponemos sobre sustrato y las regamos”.
A las dos semanas, esas semillas van a haber bajado y se podrá ver cómo han salido pequeñas plantas. Hay que seleccionar las mejores para que no se golpeen entre ellas y puedan crecer. En la medida que dan frutos, se acompaña el crecimiento vertical con un tutor porque el peso de los tomates las voltea.
Tanto las raíces como las semillas, que generalmente son tiradas a la basura, son una de las materias primas fundamentales de cualquier huerta que se quiera iniciar en el hogar. La información abunda en internet e incluso se ofrecen cursos online gratuitos para todos aquellos que tengan la inquietud de cultivar ciertos alimentos en particular.
La huerta de aromáticas
Las plantas aromáticas son un excelente comienzo para aquellos que quieren dar sus primeros pasos. Son nobles, fáciles de cuidar, van bien en macetas y funcionan en cualquier época del año. Además, son sabores y aromas únicos que rápidamente cambiarán los sabores de nuestros platos y cócteles.
“Si no tenemos macetas pequeñas, pero tenemos dos grandes contenedores, podemos agruparlas según las necesidades de riego. Por ejemplo, la menta, el perejil, la albahaca, el ciboulette y el cilantro necesitan riego diario. Pero el tomillo, el romero y la salvia pueden regarse espaciadamente, cada tres días”, explicó Capurro Robles.
Compost
El compost es un tipo de tierra hecha a base de desechos orgánicos. Se obtiene a partir de un proceso llamado “compostaje”, donde microorganismos descomponen la materia orgánica hasta formar un fertilizante natural que va a ser crucial para el sustrato de la huerta. El proceso toma tiempo pero, durante la cuarentena, se pueden comenzar a dar el primer acercamiento.
“Disminuye la cantidad de residuos que se generan, porque la mitad de la bolsa que sacamos a la calle son residuos orgánicos. Además, tiene beneficios ambientales. Primero, al no enterrarse, esos residuos orgánicos no necesitan una logística de transporte. Segundo, se genera el ahorro del gas metano, que es lo que se produce cuando se mezclan en el relleno sanitario. Ese es un gas de efecto invernadero y tiene consecuencias ecológicas negativas”, detalló Martín Almiña, Fundador y CEO de Más Oxígeno y coordinador de la Red de Compostaje.
Almiña explicó que se pueden compostar todas las sobras de las verduras que usamos para cocinar, yerba, saquitos de té, café y cáscara de huevo. Eso se mezcla con “material estructurante”, el mejor es la viruta de madera, que contiene al descarte orgánico y facilita su descomposición. Se hace una mezcla y en tres meses se obtiene abono. Puede tardar más o menos, dependiendo la época del año.
Ese material estructurante también pueden ser pedacitos de cartón, de papel, de madera, restos de poda triturados, cáscaras de maní y hojas de los árboles. El proceso se lleva a cabo en una compostera, que es una caja contenedora con tapa. También se puede realiza en una maceta que tenga drenaje por si salen líquidos.
La huerta en casa
Finalmente, el aislamiento nos ofrece una gran oportunidad para conocer las plantas, practicar, ejercitar la paciencia y sorprendernos de un nuevo contacto con la naturaleza y con sus procesos. El compromiso con ciertos cuidados básicos como el riego, que se cumpla el tiempo de exposición solar y la poda para que no se vayan en vicio, genera nuevas rutinas que pueden resultar entretenidas y satisfactorias.
“Aconsejo que no se frustren si los cultivos en macetas son pequeños. El objetivo es que podamos comerlos. Por ejemplo, una albahaca en tierra puede llegar a medir un metro. Nuestra albahaca medirá quizás 30 centímetros, pero con tres plantas podremos hacernos un pesto o ensalada las veces que queramos”, concluye Garrido.
Fuente: Ambito