El uso prolongado de dispositivos electrónicos como celulares, puede afectar la salud mental y la integración social de los menores de edad
La influencia de las tecnologías digitales en la vida cotidiana ha crecido exponencialmente en la última década, convirtiéndose en una fuente constante de interacción para adultos y niños por igual.
Sin embargo, la Academia Americana de Pediatría (AAP) ha emitido recientes recomendaciones que resaltan la necesidad de regular el uso de estas tecnologías, especialmente entre los más jóvenes de la sociedad.
A continuación, presentamos las pautas que ofrece la entidad de salud para el uso saludable de dispositivos electrónicos dependiendo de la edad, y las estrategias que pueden tomar los padres.
Cuánto tiempo debe estar un niño frente a una pantalla
Según esta institución, es crucial limitar o evitar la exposición de los niños menores de 18 meses a las pantallas digitales, exceptuando los vídeo chats, un medio de comunicación que permite mantener el contacto social sin los efectos negativos asociados al uso indiscriminado de pantallas.
Para aquellos entre 18 y 24 meses que comienzan a utilizar medios digitales, recomiendan que el uso sea junto a los padres o cuidadores para ayudar a entender el contenido.
En la edad preescolar, la organización subraya la importancia de establecer límites claros en el uso de dispositivos digitales. Así que niños de 2 a 5 años, la recomendación es limitar el tiempo de pantalla a 1 hora por día, enfocándose en programas de alta calidad y participando también los padres para asegurar la comprensión del contenido.
Para niños mayores de 6 años, la AAP aconseja establecer consistentes límites respecto al tiempo de uso de pantallas, equilibrándolo con el sueño adecuado, actividad física y otras actividades sin pantalla.
Qué estrategias pueden implementar los padres
Se sugiere que los padres adopten estrategias efectivas para manejar el uso de tecnologías digitales en el hogar, promoviendo actividades que fomenten un desarrollo saludable tanto mental como físico de los niños.
Entre estas actividades se encuentran la lectura, las conversaciones y el juego conjunto, todas vistas como alternativas valiosas al tiempo frente a las pantallas.
Asimismo, una de las recomendaciones específicas de la AAP es la participación activa de los padres en las actividades digitales de sus hijos. Esto implica no solo supervisar, sino también compartir tiempo de calidad utilizando estas tecnologías, lo que puede ayudar a guiar a los niños hacia un uso más consciente y saludable de las mismas.
Además, se aconseja buscar alternativas que fomenten el juego independiente supervisado, considerado altamente beneficioso por los expertos, en contraposición al tiempo pasivo frente a las pantallas.
Qué no deben hacer los padres
Uno de los aspectos críticos subrayados por la AAP es la importancia de evitar la instalación de televisores en las habitaciones de los niños,y de ser conscientes del impacto que el uso de dispositivos digitales por parte de los adultos puede tener sobre los menores.
Este último punto pone de relieve cómo los comportamientos de los padres y cuidadores pueden servir como modelos a seguir para los niños, reafirmando la necesidad de predicar con el ejemplo en cuanto al uso responsable de la tecnología.
También, la academia enfatiza la necesidad de asegurar suficiente sueño, actividad física y tiempo alejado de los medios electrónicos para niños y adolescentes.
Qué hace la diferencia en una relación sana de un niño con las pantallas
La importancia de establecer momentos y zonas libres de dispositivos en el hogar, como durante las comidas familiares o en los dormitorios, se menciona como una estrategia clave para prevenir que los niños duerman con estos, una práctica asociada a patrones de sueño alterados y otros problemas de salud.
Los expertos alientan a los padres a desarrollar planes familiares de uso de pantallas adaptados a las necesidades y características individuales de cada niño, tomando en cuenta su edad, estado de salud, personalidad y nivel de desarrollo.
Esto incluye comunicar y aplicar estas reglas de manera consistente entre todos los cuidadores de los niños, asegurando un enfoque unificado y coherente que beneficie el desarrollo integral de los menores.
Fuente: Infobae