Hace apenas un puñado de milenios, el ser humano solo consumía plantas y animales –en distintas formas– para obtener todos los nutrientes necesarios. Además, la alimentación no era constante. El hombre de las cavernas no podía permitirse el lujo de desayuno, colación, almuerzo, merienda y cena. Comía cuando había.
Pero el pasado siempre vuelve. En la actualidad, la dieta paleo es una vuelta a las raíces que busca reducir el consumo de carbohidratos procesados y refinados (no solo azúcar sino que también granos cultivados), reduciendo la insulina. La dieta paleolítica fue definida en el año 1985 por el medico norteamericano Loren Eaton.
Según este especialista, la genética determina las necesidades nutricionales y los genes del ser humano son idénticos a los de los antepasados salvo en un 0,02 por ciento. Por esta razón conviene volcarse a la dieta ancestral.
- Frutas
- Vegetales
- Carnes magras
- Mariscos
- Nueces y semillas
- Grasas saturadas
- Lácteos
- Granos procesados (harinas, trigo, maíz, cereales, pasta, pan)
- Azúcar
- Legumbres
- Alcohol
- Almidones
- Gaseosas
- Desayuno: una naranja, fetas de salmón y nueces.
- Almuerzo: ensalada, pollo con almendras y frambuesas.
- Cena: carne, verduras variadas, melón y pipas de girasol.