Este tipo de dietas ni sirven para descender de peso, ya que tienen un efecto rebote que puede hacernos ganar más peso.
Luego de las fiestas de Navidad y con el comienzo de las vacaciones, muchos en la maratónica búsqueda por perder esos kilos ganados cambian el turrón y las bebidas alcohólicas por los jugos detox y dietas milagro.
Se crea una especie de obsesión por purificar el organismo, la cual aumenta los niveles de estrés. Se busca compensar esos excesos en los cuales se han incurrido durante los festejos. Tenemos la dieta del puerro, del pomelo, de los jugos depurativos, los batidos proteicos, del agua con limón, etc. Este tipo de dietas ni sirven para descender de peso, ya que tienen un efecto rebote que puede hacernos ganar más peso del que teníamos cuando la empezamos, ni sirven para desintoxicar nuestro organismo. Ningún alimento desintoxica.
En nuestro cuerpo contamos con dos órganos detox por excelencia: el hígado y los riñones. También hacen lo propio la piel, los pulmones, el intestino y el sistema linfático. No es magia, es fisiología pura.
Pasarse varios días alimentándote de un solo tipo de alimento o consumiendo solo jugos o licuados es contraproducente. Lo más evidente a nivel psicológico es que pasaremos hambre y eso tiene implicaciones en el estado de ánimo: irritabilidad, falta de concentración, apatía, mal humor, ansiedad, angustia. De alguna forma estas dietas depurativas son una especie de penitencia a la que nos sometemos voluntariamente para resarcirnos del pecado del exceso. Por eso las implicaciones psicológicas de este tipo de conductas no son menores.
Otro riesgo tiene que ver con la equivocada idea de la compensación. Del mismo modo que el ejercicio físico en exceso no compensa el consumo de dulces o golosinas, pasarnos varios días a batidos no compensa las comidas copiosas o el consumo de alcohol.
Lo que provocan estas conductas compensatorias es la perpetuación de malos hábitos alimenticios y favorecen la aparición de trastornos en la conducta alimentaria, como la bulimia nerviosa o la preocupación patológica por la comida sana (comúnmente llamada ortorexia).
(*) Psicóloga especialista en trastornos alimenticios (M.N. 36031), quien cuenta además con una Diplomatura en Trastornos de la imagen corporal y comparte su opinión profesional en @hablar_sana.
Fuente: ambito
Imagen: Por amor al arte