The Last Dance reavivó el recuerdo del histórico partido de la Selección nacional y el Dream Team de Michael Jordan en 1992. La Argentina fue el equipo que más puntos le hizo a los americanos y Campana fue el goleador argentino. El recuerdo de cuando emboscaron al astro para sacarle una foto junto a sus compañeros de Atenas.
Faltan cerca de dos minutos para el final del primer cuarto y el Pichi Héctor Campana reemplaza a Juan Espil en selección argentina de básquet. El mítico escolta de Atenas de Córdoba luce su famosa camiseta número cinco con ese azul ecléctico –bien noventas– y sabe que nunca la tuvo tan difícil. Es que enfrente se encuentra nada menos que el primer equipo profesional que los Estados Unidos envían a un preolímpico. Ya todos lo saben, lo llamaron Dream Team y está formado por todos esos monstruos que los sub-40 y 50 amantes del básquet tuvieron colgados en las paredes de sus cuartos. Ahora mismo, cuando Pichi pisa el parquet, los americanos forman con Michael Jordan, Earvin Magic Johnson, Chris Mallin, el Almirante David Robinson y el Cartero Karl Malone. A unos metros, otro Dream Team calienta la banca. ¿Será para asustarse? Anote: John Stockton, Larry Bird, Scottie Pippen (Clyde Drexler), Pat Ewing (Christian Laettner), Charles Barkley…
¿Se las habrá rebuscado el Pichi para penetrar a los americanos como lo hizo durante toda su carrera de anotador serial? “Olvidate, era imposible mandarte. En esa época la diferencia física era mucho más notable que ahora. Eran unas torres realmente, con una potencia y una técnica increíble. Había diferencia en todos los lugares de la cancha; tenían un base de dos metros seis como Magic que picaba la pelota como si midiera uno ochenta. Entre los pivots, si salía Robinson, entraba Patrick Ewing (2.13 metros) o Charles Barkley (1.98 y 113 kilos). O, de repente, se iba un alero como Mullin y venía Scottie Pippen…”, recuerda casi 28 años después, Héctor Pichi Campana en charla con Infobae.
Es que, más allá de la calidad de los NBA, la talla era otro de los factores que hacían la diferencia. ¿Qué tanto? El base americano medía 18 centímetros más que Marcelo Milanesio (1,88, otro mito del básquet, también cordobés y compadre de Campana). Y, como bien dice Campana: “No sólo era la altura, para colmo estamos hablando de Magic Johnson”. También podemos comparar el metro ochenta y cinco de Campana contra los 2.03 de Pippen o los 2.01 de Mullin. El promedio de altura del Dream Team era de dos metros con cuatro centímetros. ¿El argentino? Un metro noventa y ocho.
Aquel primero de julio de 1992 en Portland, la selección argentina se enfrentó con el mejor equipo de básquet de todos los tiempos en el Campeonato FIBA Américas que clasificaba a los Juegos Olímpicos de Barcelona. Y, como los cuarentones de hoy, los jugadores nacionales no habían descolgado los posters de sus ídolos: “Más allá de lo que significaba jugar un preolímpico, estar en cancha frente al Drem Team de Michael Jordan era una motivación especial. Fue un partido distinto. Y no te voy a mentir: ¡lo tomamos muy light! Nunca pensamos que podíamos ganar. Es más, muchos de mis compañeros se habían llevado cámaras de fotos al banco para fotografiarse con Jordan y con el resto de los jugadores antes del partido”.
Sabiendo lo improbable de una victoria ante los Estados Unidos, el seleccionado de básquet se despedía del preolímpico porque había caído frente a Canadá (87-80) en el debut del torneo. “Era como estar en una exhibición”, recuerda Pichi. Tanto, que los argentinos decidieron que todos iban a tener varios minutos en cancha, como si se tratara de un partido de pre-mini. En una entrevista con La Voz del Interior, el ala pivot Luis Villar contó que estaba enojado con el DT Walter Garrone porque no entraba y que, ni bien pisara el campo, pensaba jugársela solo para marcarle al Dream Team: “Le dije al Loco Montenegro, ‘la pelota que agarre, la tiro’, una mentalidad infantil”. Finalmente, el Mily Villar convirtió 18 puntos.
SIGUIENDO A JORDAN
Más allá de la admiración que tenían los argentinos por los jugadores de la NBA, la selección nacional fue el equipo que más puntos le anotó al Dream Team en todo el campeonato: el partido terminó 128-87. “Anduvimos derechos y además yo creo que no los hicimos enojar. No pusimos manos fuertes y ellos lo tomaron del mismo modo. No sé si hubiera cambiado mucho si jugábamos a cara de perro. Era un equipo repleto de estrellas”, dice Campana que le saca épica a lo que hicieron aquel día en cancha.
Aunque es cierto que el respeto se notó en todo momento. Apenas comenzado el partido, Milanesio le puso una mano a Magic Johnson cuando penetraba la zona pintada y no tardó en pedirle perdón. El base de los Lakers le devolvió una palmada: “Magic un monstruo. En un momento metí un doble y me felicitó: ¡Muy buen tiro!”, recuerda Pichi Campana que, como siempre, se hizo notar y fue el goleador argentino con 19 puntos.
El equipo nacional sabía que el uno contra uno frente a los jugadores de la NBA era un suicidio, por eso en gran parte del partido hicieron zona. Y, en los momentos de la marcación hombre, se equipararon alturas. En ese calibrado al Pichi, que mide un metro ochenta y cinco, le tocó marcar a Jordan de 1.98. Y lo siguió como perro de presa: “Siempre que nos acordamos de aquel partido cuento que yo dejaba la vida y él jugaba un picadito como si estuviera en el patio de su casa. La diferencia física era notable”.
LA FOTO MÁS BUSCADA
“Para salir en la foto con Jordan tenías que emboscarlo”, recuerda Pichi. Y cualquiera pensaría que apunta a la táctica que usaron para frenar a MJ y al Dream Team. Pero habla de otra cosa: ahora, Campana recuerda la tarde que se cruzó con Jordan y Pippen en un viaje a Chicago. “Nos habían invitado a Milanesio y a mí a un evento de Nike y tuvimos la suerte de cruzarnos con estos dos animales. Estaban tomando un café y los esperamos media hora para pedirles una foto. Cuando salen, le grito a Jordan: ´Michael, Michael… ¡Picture, picture!´ Jordan era el jugador que más admiraba, pero no nos dio ni bola. En cambio Pippen pegó media vuelta y se acercó. A partir de ese día cambié de ídolo”, bromea Pichi, que tampoco se fotografió con Jordan el día del partido frente al Dream Team: “Era tal la admiración de todos los equipos que se armaba una foto grupal antes de los partido. Eso también hacía el partido mucho más amistoso”, cuenta.
El estreno de The Last Dance revolucionó a todo el mundo del básquet y Pichi Campana no es la excepción. El alero acepta que espera el estreno de cada semana del documental de Netflix. Y sabe que estuvo muy cerca de ser parte del capítulo que muestra el viaje de los Bulls por París: “Estuvimos a nueve segundos de pasar a la final con Chicago”, recuerda. Es que, en 1997, Atenas fue parte del Open McDonald’s y jugó las semifinales frente al Olympiacos de Grecia: “Hicimos un torneo impresionante. Le ganamos al campeón italiano, Benetton Treviso y pasamos a la semi con los griegos. Jugamos un partidazo pero, faltando nueve segundos, nos marcaron un triple. Tuvimos la última pelota y fallamos el tiro”, recuerda Pichi que igual resalta: “Ellos eran superiores, capaz que de diez partidos nos ganaban nueve. Pero ese torneo lo jugamos en un nivel superlativo, podríamos haber pasado a la final”.
Y aquel viaje de 1997, deja otra anécdota tras las huellas de Jordan: “Finalmente, ese año sí que pudimos robarle una foto. Lo vimos que iba al baño y a uno de los chicos de Atenas se le ocurrió ir a emboscarlo a la salida. Lo seguían los custodios, pero cuando salió del baño, nos formamos como equipo y quedó atrapado. Esta vez accedió a la foto y se rió por la ocurrencia”.
En 1990, el Pichi estuvo cerca de la NBA. Pero no de sacarse una foto, sino de probarse en la máxima liga del planeta básquet: “Participé de un campamento de cincuenta jugadores con los Nets. Me acuerdo que estaba Drazen Petrovic que había decidido quedarse para no perder entrenamientos. En aquella época era muy difícil para nosotros llegar a la NBA porque las fronteras no se habían abierto como ahora y la diferencia era muy grande”, explica.
Durante toda la charla con Infobae, Campana habló como si no fuera el Pichi Campana. O sea, el máximo anotador en la historia de la Liga Nacional: 16.148 puntos. Además de los seis títulos locales y los cuatro internacionales que consiguió como jugador. Tampoco se hace cargo de haber sido un eslabón necesario para la posterior llegada de la generación dorada. Eso, entendiendo que para la aparición de los Ginóbili, los Montecchia y los Scola, antes tuvieron que existir los Campana, los Cortijo y los Uranga: “No creo que hayamos tenido nada que ver. Lo determinante fue la creación de la Liga Nacional. Ese fue el motivo que potenció a todos nuestros jugadores de básquet”.
-La última, Pichi. Seguiste la carrera de Jordan y pudiste enfrentarlo y marcarlo en aquel partido: ¿Cuál pensás que fue el factor que lo convirtió en el mejor de todos los tiempos?
-El documental me hizo revivir muchas cosas que tenía en la cabeza. Está claro que el equipo que contaba con Michael Jordan empezaba con el partido semi ganado. Y creo que, más allá de la potencia física y la superioridad técnica, su mayor fortaleza estaba en la cabeza. Esa exigencia con él mismo y con sus compañeros. Después, tenía una forma de proceder y de jugar que te puede gustar o no. Eso, tres pesos aparte, pero el tipo convertía en ganador a todos los que lo rodeaban.
Fuente: Infobae