Los carpinteros internos del penal de Filadelfia, Estados Unidos, se preparan para un gran acontecimiento. Por estas horas realizan los últimos retoques de la silla que han construido para la visita del papa Francisco.
El pontífice planea reunirse con 100 reos y sus familias en su visita de dos días a la ciudad. En una entrevista con la agencia Reuters, uno de ellos expresó sus sensaciones: “Una silla para el Papa…, no puedo creer que esté construyendo una silla para el Papa”.
La silla es de nogal tallada a mano, un verdadero lujo artesanal fruto de una actividad ideal para pasar horas de encierro sin percibirlo. Está además personalizada: la pulieron e incluyeron el sello papal.
“Saber que él va a sentarse en esta silla, en algo que mis manos han hecho es excitante”, dijo otro de los carpinteros que mata sus horas en una actividad que ha dado su fruto más mediático e inusual. La idea los ha motivado, y la expectativa por el encuentro crece a medida que descuentan las horas para que llegue el momento.
Es que ellos se sienten muy orgullosos por su trabajo y tiene un solo sueño: ver al Papa sentado en la silla, personalmente y en el Vaticano. Para eso, claro está, cumplir sus condenas será un requisito previo.