Joaquín deseaba cambiar su teléfono celular y como sabía que para sus padres era mucha plata decidió construir adornos navideños de hierro, venderlos y conseguir el dinero. Su madre dice con orgullo: “Es un nene muy creativo y vamos a apoyar todas las decisiones que lo ayuden a crecer”
“Quiero revolucionar el mundo”, responde sin dudar Joaquín Ángel Gabriel Viggiano (12) cuando se le pregunta qué imagina hacer en el futuro. Lo dijo seguro y emocionado porque cuando atendió el llamado de Infobae acababa de comprar el celular con el cual soñaba desde que salió a la venta. “Me dio miedo de que se caiga y rompa, pero me sentí muy feliz”, dijo sobre las sensaciones que tuvo luego de hacer su primera compra con el dinero que ganó y experimentar a el fruto de su esfuerzo.
Dejando a la luz su alegría, el futuro especialista en electromecánica contó: “Fue muy lindo comprarlo. Tuve una satisfacción enorme y el corazón me iba a mil… ¡Te juro que no dejo de sonreír desde que salí de casa!”.
El niño, amante del dibujo y la lectura, responde sobre su futuro teniendo en claro lo que desea para su vida. Cuenta que este verano, aún sin fecha definida, “nos iremos de viaje de egresados a Villa Carlos Paz” y que el año próximo comenzará la secundaria en una escuela especializada en electrónica.
Cambiando el tono de su voz, admite que “este año lo pasé triste durante la cuarentena porque no podía salir de casa, pero terminé muy bien en la escuela”.
La historia del niño que emociona a Córdoba y Entre Ríos
Joaquín vive con su familia en la localidad cordobesa de Las Perdices y nació el 12 de octubre de 2008 en Santa Elena, Entre Ríos, “con un diente, pero las enfermeras dijeron que era una ampollita… Ya vino con una estrella y mostrando que era especial”, revela orgullosa Guadalupe Vega (31), su mamá, y cuenta que la venta de arbolitos empezó luego de que ella le pidiera al niño que le hiciera un arbolito de Navidad en hierro para poner en el frente de la casa.
“Él estaba aprendiendo a soldar con el papá, que es soldador y trabaja en una metalúrgica, y desde hace un tiempo y por curiosidad le pide que le enseñe. Cuando vio que le salió tan lindo nos pidió permiso para hacer más y venderlo y así poder cambiar el celu. Me pareció bien y lo publiqué en mi estado de WhatsApp para que se enteraran los más íntimos y ayudarlo. De la felicidad que tenía por lo que él estaba fabricado lo publiqué también en mi Facebook, para felicitarlo”, cuenta la mujer sobre el posteo que se hizo viral.
En total vendió 10 arbolitos, los necesarios para comprar el teléfono que quería. “Recién venimos de comprarlo. ¡No sabés cómo está! ¡Tiene una felicidad que no le entra en el cuerpo!”, dice emocionada al tiempo que aclara (debido a los comentarios que leyó por aquella publicación en un medio entrerriano): “Él y su hermanita tienen todo lo que necesitan para estar bien porque con su padre trabajamos los dos y les damos todo a nuestros hijos y no les falta nada, pero saben que hay prioridades. Es un nene muy inteligente, curioso, creativo y capaz, y me parece importante que valore el dinero y el esfuerzo detrás de las cosas que se compran. Y así lo hizo”.
Según lo describe su madre, Joaquín es un niño con mentalidad de adulto y entiende el esfuerzo que hacen sus padres para que nada les falte, por eso usó su ingenio y talento. “Nunca me dijo que quería que le compre uno nuevo, pero sí decía todo el tiempo que quería cambiar el que tenía. Nosotros todavía no teníamos pensado cambiárselo porque era nuevo. Es bastante maduro y sabe que hay otras necesidades en las que se invierte la plata que no sea estar cambiando de celular continuamente así que decidió hacerlo por su propia cuenta y le salió muy bien. Tengo una emoción enorme porque es algo que logró él solo y creo que les da un ejemplo a los chicos de su edad y a nosotros porque demostró que cuando uno quiere algo solo hay que proponérselo y hacer que suceda”.
Para el niño, su flamante celular es el premio que se dio luego de un año difícil y en el que, pese a todo, terminó la primaria con muy buenas calificaciones.
El modelo del árbol de hierro lo diseñó él mismo. “Es un gran dibujante y le gusta la idea de construir y crear”, cuenta sobre el niño que además de usar el celular para los juegos en línea lo hace para bajar aplicaciones que permite leer libros digitales y que en la cuarentena estudió por su cuenta Mitología Griega.
“Nosotros siempre les leemos, pero a él le encanta leer y conocer. Desde chiquito tiene ese deseo y curiosidad por aprender y con el padre siempre lo apoyamos en todo lo que le gusta y hace bien”, admite la orgullosa madre y revela que Emily, la hermana de 6 años, “lo sigue mucho y ahora ella quiere construir algo como lo hizo Joaquín”.
Fuente: Infobae