Barbara Knickerbocker-Beskind, diseñadora y pionera en el campo de la terapia ocupacional, no es cualquier empleada más: tiene 91 años y trabaja en Silicon Valley, en la creación de productos para el segmento de adultos mayores.
En diálogo con el sitio BBC la mujer contó cómo surgió su pasión por la invención que hoy todavía la mantiene activa a su avanzada edad: “A los 10 años supe que quería ser inventora, pero mi asesor vocacional en el colegio me dijo que en la escuela de ingeniería no aceptaban mujeres, así que me inscribí en economía del hogar”.
Así fue como Knickerbocker-Beskind comenzó a trabajar primero en el programa de Entrenamiento de Terapia Ocupacional del Ejército, allá por 1945. “En 1966, cuando tenía 42 años, me retiré del Ejército como comandante y entré en la práctica privada. Fui la primera terapeuta ocupacional que hacía esto en Estados Unidos”, relató la mujer.
Y contó además que trabajó con niños que padecían trastornos de aprendizaje. Knickerbocker-Beskind se casó a los 52 años y construyó junto a su esposo un edificio separado para albergar, de un lado, la práctica de psicoterapia de su marido y la suya de terapia ocupacional al otro lado.
Tras mudarse de Nueva Jersey a Vermont se volvió asesora del sistema escolar y pese a que intentó retirarse cinco veces, nunca pudo. “En 2013, vi a David Kelley, el fundador de la firma de diseño IDEO, en el programa de TV 60 Minutos”. Y allí, a los 89 años, de nuevo volvió a abrirse camino. “Pensé ‘tengo una experiencia de vida y habilidades de diseño muy singulares. Puedo ser de valor para su firma’”.
La mujer, que sufre degeneración macular, no puede usar computadoras, por eso debió escribir una carta a máquina. “Una semana después me llegó la respuesta. Estaban comenzando a diseñar implementos que pudieran ser útiles para la gente mayor, así que era un hecho fortuito que yo estuviera allí en ese momento”.
“Lo que yo no podía ver era que detrás de mí, la sala se estaba llenando de gente, unos 30 o 35 diseñadores e ingenieros. De pronto, me presentaron como conferencista. Me paré y conté mi historia y respondí algunas preguntas muy interesantes. Después me convertí en asesora para equipos y para el diseño de productos y servicios para la gente mayor y la comunidad de baja visión”, detalló.
La rutina es la siguiente: la mujer toma el tren, llega a la oficina de IDEA en Palo Alto alrededor de las 10 de la mañana y se sienta en el mismo sofá para que todos sepan dónde está. Ahí es cuando le organizan citas para discutir proyectos en desarrollo para clientes. “Me encanta trabajar en esta atmósfera”, asegura.
“Si diseñas para los ancianos, debes preguntarles qué necesitan, no se los digas. No necesitamos bastones color rosa y cajas pequeñas para colocar nuestro medicamento. Necesitamos equipo funcional que nos haga más independientes, que nos mantenga seguros y satisfechos”, dice casi al finalizar la entrevista.
Para la diseñadora, que tiene años de batallar en el campo laboral, los ancianos “son un recurso sin explorar, y se debe buscar sus aportaciones”. “No espero que todos disfruten trabajando como yo lo hago, pero si no tienes algo que te identifique de forma positiva, pierdes tu identidad. Y esta es mi identidad: estoy trabajando”.