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La historia del increíble Doncic, el jugador sensación de la NBA

La historia del increíble Doncic, el jugador sensación de la NBA

Con apenas 20 años, Luka vivió en Eslovenia muchas de las mismas cosas que Ginóbili en Bahía Blanca antes de ser un crack. La gran única diferencia: su precocidad

No es casualidad que las historias se repitan. Y que las anécdotas sean tan parecidas.Las de Manu y las de Luka, dos cracks internacionales, sin fronteras, para la historia del básquet mundial. Uno ya lo hizo, el otro lo está haciendo y promete ser tan o más determinante.

No importa que 12.119 kilómetros separen Bahía Blanca, Argentina, de Ljubljana, Eslovenia. Como Ginóbili en la cocina de su casa del Pasaje Vergara 14, recordado por sus íntimos esquivando sillas con apenas un año y pico, Doncic se la pasaba con la pelota en su casa. “Lo recuerdo siempre con una en la mano, casi desde que aprendió a caminar”, recuerda Milena, la abuela materna. Como el bahiense, Luka estaba obsesionado por la altura y marcaba su crecimiento con rayitas en una pared. El pequeño se la pasaba tirando a un arito que tenía colgado de la puerta de su habitación y, a veces, como sucedía con MG y Raquel, la madre (Mirjam) tenía que intervenir para sacarle la pelota. Para que no rompiera algo o simplemente se fuera a dormir. “Muchas de las cosas de la casa terminaron rotas, incluso varios vidrios”, admite ella. Por suerte para ellas, ambos tuvieron muy cerca una canchita donde despuntar el vicio. En el caso de Manu, a la vuelta de su hogar, en su amado Bahiense del Norte, el club de su abuelo, de su padre Yuyo, de todo el barrio, un semillero de talentos… “Nosotros teníamos una canchita a 15 metros y Luka estaba todo el día ahí”, explica su padre Sasha, un serbio que fue justamente su espejo y referente. Ginóbili tuvo a sus hermanos Sebastián y Leandro, jugadores profesionales como Sasha. Ellos lo inspiraron y generaron ese deseo de emulación tan importante en los chicos. Como sucedió con Sasha, que incluso llegó a jugar en Olimpia (a los 33 años, durante la 07/08, cuando Luka ya había cumplido los nueve), el club más importante de Eslovenia, un país de 2.000.000 de habitantes que tiene al básquet como su deporte más popular. Como sucede en Bahía Blanca…

En ambas familias se respiraba básquet. O se vivía para el básquet. A tal punto que Mirjam, una modelo que llegó a ser campeona mundial de danza (quizás aquí hay una génesis de los movimientos de pies de Luka, ¿no?), cuenta que la mejor forma de calmarlo cuando era bebé y lloraba mucho, era subirlo al cochecito y llevarlo a la cancha de básquet, al entrenamiento del padre. “No sé qué pasaba, pero Luka se calmaba cuando escuchaba el pique de la pelota y el rechinar de las zapatillas”, admite ella, quien se divorció de su esposo cuando Luka tenía ocho años. Allí se crió Doncic. En la cancha de básquet, en el club. Y, como Ginóbili, entre grandes, queriendo ser como ellos. Lanzando y lanzando al aro. Imitando movimientos y tiros difíciles. Preguntando, recibiendo consejos. Así todo el día. Hasta la noche. Hasta que sus padres debían decir basta… Era un fanático. Por eso, a los ocho años, pidió ser quien limpiaba y secaba la cancha durante los partidos del papá. Y ahí andaba el rubiecito, siempre con un lampazo en la mano. Pero, claro, también con la pelota cerca. Para poder tirar antes y después de los partidos, incluso en los entretiempos.

Ojo, como sucedió con Ginóbili en Bahiense, no todo era básquet. En el caso de Doncic, practicó varios deportes: vóley, handball, fútbol, waterpolo y hasta judo, sobre todo en la escuela primaria Miran Jarc de la capital eslovena. Al punto de impactar por su talento en varios de ellos, en especial el fútbol. “Quizá pesó la influencia del padre. Pero creo que, en el fondo, nunca tuvo dudas. Luka nació para jugar al básquet”, opina la madre. Eso sí, a diferencia de MG20, Luka siempre fue distinto. Muy. Algo que se dieron cuenta demasiado rápidamente en Olimpia, cuando llegó para jugar en las inferiores, a los ocho años. “Para ser honesto, yo sólo lo entrené durante 16 minutos. Era más alto y mucho mejor que los otros, por lo que rápidamente lo pasamos al equipo U12, donde jugaba con chicos tres y cuatro años mayores que él”, cuenta Grega Brezovec, el efímero primer técnico de Luka, quien recuerda su talento pero también la actitud, determinación y pasión. “Era muy responsable para una edad tan temprana. Eso era impactante. Lo mismo que su liderazgo. Aunque era mucho mejor que el resto, jugaba en equipo. Estaba claro que llevaba al básquet en la sangre”, agrega. Era normal verlo jugar duelos de 3 vs 3 contra chicos cinco o seis años más grandes que él.

La precocidad fue un rasgo distintivo que sí lo separa de Manu, quien de chico mostraba flashes de su talento, personalidad y mentalidad aunque no pintaba para ser el crack que luego terminó siendo. Distinto es lo de Luka. Ginóbili resultó cortado de un seleccionado bahiense de cadetes, se fue al descenso con Bahiense del Norte y no ganó su primer título hasta los 21 años. Doncic, en cambio, fue campeón nacional U12 y U14 con Olimpia. Y dando años de ventaja. Las reglas no le permitían hacerlo, pero él mentía en su edad para poder estar. “Siempre terminaba logrando jugar en una categoría superior”, acepta Jernej Smolnikar, quien fue su coach formador, entre 2007 y 2011, aunque sin reconocer el truco que usaba Doncic.

Luka siempre quería más. Desde chico se acostumbró a jugar mucho. Y a entrenar más. Era su pasión. “Había días que le decía, ‘mañana tenés libre, quédate en tu casa, con tus juguetes, mirando TV’. Pero al otro día al mediodía me llamaban los padres para pedirme que lo dejara ir a la práctica, que se los estaba rogando. Su pasión por aprender y competir era increíble”, admite Smolnikar en el libro del autor Alex Monnig que cuenta la vida de Doncic. Sus entrenadores destacan su avidez por aprender. “Era una esponja, captaba todo lo que se le decía”, asegura Brezovec. Una virtud que mantiene inalterable hasta hoy, como Andrés Nocioni –uno de sus mentores en el Real Madrid- recordó hace poco en una nota con Infobae.

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Luka dominaba en su país y en Europa para 2011, con apenas 12 años. Tenía más talento y altura (1m80) que casi todos. Pero sobre todo era la fluidez con la que jugaba, todas las cosas que hacía en la cancha, siempre para ganar. Y para divertirse. Los mataba pero con una sonrisa en su cara, como es habitual verlo hoy con los Mavs en la NBA. “El secreto de su éxito es que disfruta del básquet, siempre juega con una sonrisa”, asegura Milena, la abuela que su peluquería de Eslovenia empapelada con fotos de su nieto. Hubo, claro, una competencia que lo terminó de catapultar a la fama continental: el Torneo Lido di Roma, un U13 que disputó con Olimpia en abril del 2012. Anotó 41 puntos en la semifinal y completó un triple doble (54 tantos, 11 rebotes y 10 asistencias) para ser el apabullante MVP de la victoria sobre Lazio (104-76) en la final. El video de ese show se filtró en Youtube y es una verdadera perla del archivo.

A partir de ese momento, Olimpia supo que sería imposible retenerlo. Los principales equipos europeos empezaron a posar su atención sobre el Mago de los Balcanes, como ya lo apodaban. Y fue el Real Madrid el que lo sedujo primero cuando lo invitó a participar de la Minicopa Endesa, el habitual torneo juvenil que se disputa al mismo tiempo que la Copa del Rey. Pese a tener pocos días de práctica con sus compañeros, Luka fue elegido como el MVP, ahora después de vencer al Barcelona en la definición. “Me dolió muchísimo que se fuera a esa edad, pero a la vez estuve muy conmovido y emocionado. Queríamos tenerlo con nosotros, pero nunca me hubiese permitido hacerle perder una gran oportunidad. Yo creo que irse a España lo ayudó, lo hizo madurar. Le llegó en el momento justo”, asegura Sasha.

Su proceso de adaptación fue velocísimo, como sucede muchas veces con los incipientes cracks. En septiembre de 2012 consolidó su vínculo con el Real y con apenas 13 años firmó un contrato por cinco años (hasta la mayoría de edad) y se mudó a la capital española para continuar con su proceso de crecimiento en uno de las grandes organizaciones del mundo. Nunca lució intimidado, ni cambió su forma de ser. Fue Luka, el rubiecito de la pasión por el básquet y la sonrisa fácil que usaba la N° 7 en honor a su ídolo, el griego Vassilis Spanoulis. Adentro, eso sí, fue un asesino. En su primera temporada logró el Torneo Infantil Ciudad de L’Hospitalet y fue nombrado, otra vez, el MVP tras promediar 30 puntos, 10.6 rebotes y 4.6 asistencias. Repitió la Minicopa del Rey en Vitoria, de nuevo siendo el mejor, con promedios de 24.3 puntos, 12 rebotes, 6.3 robos, 4.3 asistencias y 40.3 de valoración. Un quinto MVP sumó en el Torneo Internacional Cadete de Budapest, dando (dos) años de ventaja. Como siempre. Con la pelota como aliada…

Pablo Laso, el exitoso y exigente entrenador merengue, respetó sus tiempos de adaptación pero no pudo evitar, con 15 años y ocho meses, convocarlo al primer equipo. Era tan bueno (y sorprendente) lo que hacía en las prácticas que el 30 de abril de 2015, con apenas 16 años y dos meses, Luka saltó a la cancha contra Unicaja Málaga y se volvió el debutante más joven de la historia del club (tercero de la historia de la ACB). Impactó desde la primera pelota que tocó, en la que tomó un tiro de tres sin dudar. Y lo anotó, casi sin tocar la red. Le daba para todo. Menos para manejar. Su madre tenía que llevarlo en auto a los entrenamientos porque no tenía carnet para conducir.

En mayo de 2018, contra Sevilla, logró un triple doble (17 puntos, 10 rebotes y 10 asistencias) antes de cumplir los 20 y siendo el sexto jugador en conseguir algo así en la historia de España. Para Luka ya no había más nada que hacer en Europa. Cada minuto su protagonismo había crecido y, con él, su importancia en el equipo y brillantez dentro de la competencia. Así, antes de emigrar, acumuló tres Ligas ACB, dos Copa del Rey, una Euroliga y, como frutilla del postre, un Eurobasket con su país, en 2017, con apenas 18 años. Post título, justamente, hay un video de una declaración de la estrella NBA eslovena, Goran Dragic, que se viralizó luego de su primera gran temporada NBA y hoy cobra mayor relevancia por el altísimo nivel que lo pone como un candidato al MVP de la NBA. “En poco tiempo más será el mejor jugador de Europa y hasta del mundo. Recuerden lo que les digo…”, auguró el base, quien –haciendo dupla con él- se había dado cuenta de la mentalidad, confianza y calidad de esta estrella en ciernes.

El 26 de junio de 2018, como no podía ser de otra forma, definitivamente la NBA tocó la puerta luego de mucho coqueteo. Doncic fue elegido en el puesto N° 3 del draft por los Hawks, aunque rápidamente canjeado a Dallas por Trae Young, justamente su gran rival por la lucha del premio al Rookie del Año en la primera temporada. Muchos hoy, a la luz de los acontecimientos, se preguntan cómo Luka no fue seleccionado primero. Poco importa ya, hoy es una superestrella de la competencia. Con la misma esencia que lo hizo distinto desde muy chico: pasión por el juego, carisma, determinación, ambición, mentalidad y un talento inconmensurable. Muchas de las virtudes que hicieron distinto a Manu. ¿Casualidades o causalidades?

Fuente: Infobae

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