Los alimentos ultraprocesados forman parte del 70% de nuestra alimentación. Los consumidores debemos conocer qué es inocuo, qué es saludable y saber qué estamos agarrando en la góndola.
Por Lorena Mayoraz para ámbito
En los últimos tiempos nuestros hábitos, y en particular la forma de alimentarnos, fueron cambiando. De a poco, hemos desplazado la comida casera preparada con ingredientes naturales mientras que hemos ido incorporando productos ultraprocesados los cuales, se estima, forman parte del 70% de nuestra alimentación. Estos se caracterizan por tener grandes cantidades de sodio, grasas y azúcar, ingredientes que, consumidos en exceso contribuyen a la aparición de enfermedades crónicas como hipertensión arterial, obesidad, diabetes de tipo 2, entre otras, generando así un impacto negativo en nuestra salud.
Uno de los mensajes clave que transmite la Organización Panamericana de la Salud en su guía sobre la inocuidad alimentaria es: “Sólo los alimentos inocuos satisfacen las necesidades alimentarias y contribuyen a que todas las personas tengan una vida saludable”. En ese aspecto, los consumidores debemos conocer qué es inocuo, qué es saludable y saber qué estamos agarrando en la góndola del supermercado, para lo cual, la Ley de Etiquetado Frontal de advertencia cumple un rol fundamental.
Según los datos arrojados en la 2da. Encuesta Nacional de Nutrición y Salud en el año 2019 (ENNyS 2), sólo un tercio de la población argentina lee la tabla de composición nutricional del envase de los productos que compran y, de ellos, sólo la mitad las comprende. Esto demuestra que el sistema de información nutricional vigente en nuestro país no funciona adecuadamente para informar a los consumidores. El etiquetado frontal es una herramienta necesaria, práctica, sencilla y clara para advertirnos sobre qué alimentos contienen exceso de sal, azúcar y grasas, de esta manera poder guiar las decisiones de los consumidores como así también contribuir a promover el autocuidado.
La información es absolutamente imprescindible en todas las esferas, ya sea desde la góndola con etiquetados de advertencia claro y sencillo en el envase de los alimentos, hasta en el ámbito de la consulta con los profesionales especialistas, donde debemos brindarle la información adecuada al paciente para promover una alimentación saludable. La información es un instrumento más que importante para garantizar el derecho a la alimentación, el cual no solo se entiende en términos de cantidad suficiente de alimentos, sino que también abarca lo referente a una alimentación adecuada y equilibrada. No debemos olvidar que este último punto es uno de los pilares esenciales tanto en la prevención como en el abordaje de problemáticas como el sobrepeso y la obesidad.
(*) Médica especialista en Nutrición y obesidad y miembro de Bionut Obesidad (MN 156683).
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