Están vinculados al consumo de carbohidratos, dulces, cantidad de calorías y hasta horarios de las comidas.
Cuando de alimentación se trata y queremos perder peso, absorbemos, como si fuéramos esponjas, todos los discursos relacionados con las dietas: anuncios publicitarios, artículos periodísticos, consejos de la vecina, opiniones de famosos, experiencias de amigos y amigos de nuestros amigos. Y, con todo eso, en una suerte de licuado de ideas, “infoxicados” como dice Daniel Flichtentrei, nos armamos en la cabeza un relato que queremos -o creemos que podemos tolerar- para alcanzar el cuerpo soñado. Hoy posee el mismo valor la opinión de expertos que la de personajes famosos de redes sociales. Pero tanta información a veces resulta un tanto confusa: ¿qué es cierto de todo lo que leemos y escuchamos?
El diccionario define al mito como una “historia imaginaria que altera las verdaderas cualidades de una cosa y les da más valor del que tiene en realidad”. Se trata de un concepto interesante, complejo y muchas veces atribuido a otros significados. Lo cierto es que existen muchos mitos que circulan alrededor de la palabra “dieta”. Las dietas se han mitificado a tal punto que hoy están más cerca de lo místico o mágico que de la ciencia o la razón. Veamos cuatro ejemplos:
1. Los carbohidratos no pueden formar parte de un plan para perder peso.
FALSO. Esta idea nace hace más de un siglo alrededor de la creencia de que los carbohidratos se transforman, en el cuerpo, en grasa (lipogénesis de novo). Sin embargo, esto es en las personas irrelevante: de 500 gramos de hidratos solo se pueden formar 9 gramos de grasa como máximo.
2. Para perder peso hay que restringir las calorías al máximo.
FALSO. Todo lo contrario: si se reducen extremadamente las calorías, el organismo no solo comienza a funcionar en modo “ahorro” sino que dirige selectivamente la mente a obtener alimento y por ende habrá mas picoteo, descontrol y atracón.
3. Para estar delgado es necesario suprimir los dulces.
FALSO. Lo dulce es una preferencia gustativa innata debido a que la glucosa es un nutriente esencial. Suprimir toda golosina, postre, solo genera abstinencia hedónica (de placer) y dispara descontrol alimentario. Por el contrario, la certeza baja el deseo: comer todos los días una porción pequeña de dulce incrementa el control alimentario.
4. Comer de noche engorda.
FALSO. No existe evidencia de que las calorías ingeridas a diferentes horarios generen más o menos ganancia de peso. Las calorías de cualquier alimento o bebida cuentan a cualquier hora del día.
El mito surge, apela y conmueve a los entramados inconscientes de la cultura y el ser humano. ¿Quién no desea perder peso sin soportar un proceso o sin tener que tolerar cambio de su modo de vida? Por eso quizás el principal interrogante sea: ¿Por qué elegimos creer en relatos mágicos en lugar de confiar en propuestas basadas en la evidencia científica?
* Mónica Katz es médica especialista en Nutrición. Fundadora del Equipo de Trastornos Alimentarios del Hospital Municipal Dr. Carlos G. Durand y directora de posgrados en Obesidad de la Universidad Favaloro. Directora del Centro Dra. Katz.
Fuente: Clarin/enhorabuena