
“Volver después de tantos años fue duro”, confiesa, emocionado, el ex soldado, que pudo pisar nuevamente tierra malvinense en 2012 y 2017 gracias al deporte
Por Lucas Gatti para Infobae
“Tras el cese del fuego, nos reunimos en el cementerio civil de los kelpers, en Puerto Argentino. Mi jefe me designó para que recogiera los muertos y los llevara a la fosa común que había. Eso fue lo más duro que viví, algo terrible, terrible, terrible. Eso no me lo olvido nunca más. El recoger a mis hermanos muertos y saber que no volverán. Hasta el día hoy, hay familias que esperan los regresos de sus hijos que quedaron en el Cementerio de Darwin”, describe crudamente Luis Escudero, un ex combatiente argentino de la Guerra de Malvinas que estuvo hasta el final, aquel 14 de junio de 1982, cuando Argentina se rindió ante Gran Bretaña.
Escudero nació el 25 de mayo de 1961 en San Luis. Con edad de adolescente, viajó a Buenos Aires para hacer la carrera militar en Campo de Mayo. Egresó como cabo de artillería e hizo el curso de paracaidista. Ahí lo destinaron a Córdoba, al Grupo de Artillería Aerotransportado 4. A sus 20 años se produjo el desembarco en Malvinas decidido por la junta militar que encabezaba Leopoldo Fortunato Galtieri.
“Por más que diga que la terapia mía es correr maratones, que es lo que me hace muy bien, siempre afloran esos malos momentos, y más en estas fechas. Lamentablemente, los que murieron ya no están, no pudieron formar una familia, no pudieron regresar y reencontrarse con sus seres queridos, como lo hice yo”, relata con un dejo de tristeza el puntano, de 63 años, en diálogo con Infobae.
Antes de convertirse en soldado, Escudero era atleta, y lo sigue siendo. Con el paso de los años, el puntano, a base de fuerza y coraje, logró volver dos veces a las Islas gracias a su pasión por el atletismo. “Dos veces volví a las Islas. Primero en el 2012 cuando se cumplieron 30 años de la gesta. Luego en el 2017, cuando fui a correr una maratón con otros tres veteranos de guerra. En esa oportunidad, ganamos la carrera en equipo y el máximo placer fue vencer a los ingleses que estaban en los cuarteles. Pero volver después tantos años fue muy duro”, reconoce el maratonista que reside en Córdoba capital junto a Sonia y sus hijos Mariano, Leonardo, Tomás y Vanina.
Además, Escudero revela como son recibidos los argentinos en las Malvinas. “Lamentablemente no podemos mostrar nuestros colores patrios. Cuando nos subimos para recibir los premios, nos abrimos la campera y abajo teníamos puesta la remera de argentina. De los aplausos pasaron al silencio, y luego a las protestas de los ingleses, porque nosotros mostramos nuestra insignia patria”, cuenta.
-¿Cómo está pasando estos días luego de un nuevo aniversario de la guerra de Malvinas?
- Acabo de llegar a mi casa tras dar charlas en varios colegios. Normalmente durante esta época siempre me invitan a dar charlas, ya sea en el colegio de mi hijo, de mi nieto o de algún profesor que corre conmigo en maratones. Gracias a Dios, tengo un cable tierra que es el atletismo, que hace que todo sea mucho más fácil, más llevadero. En estos días especiales, es cuando se te vienen recuerdos a la cabeza. El miércoles pasado hubo una competencia en Oliva, que está a 90 kilómetros de la ciudad de Córdoba, y fui a correr 10 kilómetros. Así que mi terapia es correr, terminar cansado, destruido y después descansar, pero hacer lo que me gusta para distraerme un poco.
- ¿A qué se dedica?
-Como actividad laboral hago muy poco, pero me dedico más al tema de lo que es la Agrupación Atlética de Malvinas, que fundé el 19 de marzo del 2012, cuando volví por primera vez a las Islas. Ese año, fui a correr y a visitar por primera vez a los héroes que descansan en el Cementerio Darwin. Cuando regresé, prometí armar una agrupación para que los héroes luzcan la remera con las Islas, con la idea de homenajearlos todos los años. Desde el 2016, manejo esta asociación civil, en la cual tengo la personalidad jurídica. Yo a los héroes los homenajeo prácticamente todos los días, entrenando, compitiendo y siempre llevando en el cuerpo la remera con las Islas Malvinas.
- ¿Cuántas veces volvió a pisar las Islas Malvinas?
- Dos veces volví a las Islas Malvinas. Primero en el 2012 cuando se cumplieron 30 años de la gesta, y luego en el 2017, cuando fui con nuestro grupo, con atletas de la agrupación. La primera vez fui con tres más veteranos de guerra. La segunda, con el atleta Pedro Gómez, que hizo los 42 kilómetros individual, y otros tres chicos más. Hicimos los 42 kilómetros por posta. Los otros eran Julio Castro, Berni Maldonado y mi hijo, Mariano Escudero.
- ¿Qué le generó haber pisado tierras que no le traen buenos recuerdos?
- En el 2012 fui porque se cumplieron 30 años de la gesta. Fue muy duro, muy emotivo, muy triste, muy de lagrimear todo el tiempo. Cuando visitamos lo que fue mi puesto de combate, mi lugar de combate, donde estuvieron mis amigos, mis compañeros, mis hermanos, fue bastante complicado, bastante duro. Volvieron muchísimas cosas a la mente como, por ejemplo, correr por los lugares donde hubo combate, o pasar por el lugar donde se firmó el cese del fuego. Pasar por el lugar donde tuve que ir a buscar a los héroes muertos y llevarlos a una fosa, enterrarlos, que eso fue lo más duro y lo más triste que viví. Realmente, a cualquier ser humano eso lo quiebra, por el solo hecho de recorrer esos lugares, recordar esos momentos, y más cuando uno está corriendo. Fue triste, pero nunca decaí, porque la meta era tratar de correr, ganar y homenajear a los héroes.
- ¿Cómo se hace para vivir con todo eso?
- Poniéndole muchas ganas a la vida. Especialmente, agradecerle a Dios que uno está con vida, ¿no? Hay que siempre pedir y homenajearlos, el que está vivo lo tiene que hacer de por vida, porque ellos se lo merecen, dieron la vida por nuestra patria, dejaron a su familia. Nosotros, los que volvimos, tenemos la obligación y en mi caso, cumplir la promesa que hice de homenajearlos siempre. Ellos son los héroes. A mí la gente me dice “vos sos un héroe”. Les respondo: “Yo soy un veterano de guerra que volví, los héroes son los que se quedaron en las islas”. Cuando voy a dar charlas a los colegios siempre les pongo énfasis a los chicos qué no deben olvidar la causa de Malvinas, porque pronto vamos a quedarnos sin veteranos de guerra con vida, porque todos los días se muere uno, y entonces, los responsables de mantener viva la causa son los jóvenes.
- ¿Cómo fue manejando en su cabeza el hecho de estar viviendo entre balas y bombarderos?
-Hasta el 1° de mayo vivíamos bien y no pasaba nada. Estábamos parando en una carpa en un camping divertido y lindo. Pero luego del primer bombardeo, y especialmente del segundo, que se dio el 8 de mayo, nos dimos cuenta en dónde estábamos y para qué estábamos allí. Así que maduramos de golpe. Yo tenía 20 años y había otros chicos más jóvenes, con 18. Yo siempre digo que en Malvinas maduramos diez años, y empezamos a tomar conciencia de lo que se venía.
- ¿Qué se vino después?
-Bombardeos constantes durante todas las noches, que nos llevó a estar con el Rosario en el cuello y rezarle a Dios para todo se terminara rápido. Porque, lamentablemente, no teníamos artillería adecuada para estar al alcance de los ingleses. Contábamos con cañones que alcanzaban los 105 milímetros, que tienen un alcance eficaz de diez kilómetros. En cambio, los ingleses bombardeaban desde 25 kilómetros.
-¿Qué pensaba en ese momento?
-En vez de pensar en que iba a regresar a mi casa y poder festejar mi cumpleaños con mi novia, pensaba que no iba a volver con vida. La adrenalina cada vez se fue apoderando más de nuestro cuerpo, y al final, no me importaba nada. No sabía cuándo iba a morir, pero sí que iba a morir en Malvinas, era lo único en lo que pensaba. Sabía que la muerte estaba ahí. Pero ya no había preocupación, sí miedo, aunque iba al frente sin importarme nada.
-¿En qué parte de las Fuerzas Armadas estaba?
-Era el jefe del pelotón de Comunicaciones Telefónicas del grupo, ya que la comunicación era por cable y no había nada inalámbrico. Entonces, si se cortaba un cable de alguna pieza, debía ir a repararla sin importar si había bombardeos cerca. Era normal que caigan bombas y sentir el picoteo de las esquirlas en mi cuerpo. Teníamos todo calculado, y entre nosotros decíamos esa bomba va a caer en ese árbol, y nos tiramos antes porque era un juego y ya no nos importaba nada.
- ¿Cuánto tiempo estuvo en Malvinas?
-Hasta el día que se firmó el cese del fuego. No hubo rendición, sino que se firmó el cese del fuego. Fue el 14 de junio, a media mañana. Las sensaciones era buenas y malas. Feliz porque estábamos vivos, pero tristes porque eran tierras nuestras y no queríamos ver a los ingleses que se movilizara para ocuparlas. Fue muy doloroso, feo y con mucha bronca. Además, con mucho odio al saber que se iba a instalar la bandera inglesa.
-¿Cómo tomó coraje para volver unos años después a correr maratones?
- Después de Malvinas, mi cable a tierra fue correr. Si bien yo antes de la guerra corría maratones, luego de la misma me sirvió mucho correr, porque los primeros años fueron muy duros psicológicamente. Entonces, de a poquito fui tomando fuerza y coraje para volver a lo que hacía antes, con la idea también de limpiar de mi cabeza lo que fue la guerra. Así fue como en el 2010 fui a correr las olimpiadas a Mar de Plata, en el 2011 a las de San Juan, y ahí conocí a tres veteranos de guerra: Marcelo Vallejo, Pedro Cáceres y Fernando Marino que hacían los 10 kilómetros, eran fondistas como yo, y me preguntaron si quería ir en el 2012 a correr a Malvinas, cuando se cumplían los 30 años. Me gustó la invitación. Obviamente, tuve que pagarme los gastos porque nadie te pagaba nada. El 18 de marzo de 2012 corrimos la posta y tuvimos la suerte de ganar la carrera. Fue un placer y un homenaje para los héroes que quedaron en las islas, y pudimos cumplir el objetivo. Después, el placer mayor fue ganarles a los ingleses que estaban en los cuarteles. Pero volver después tantos años fue muy duro.
- ¿Existen otros ex soldados que practican también atletismo?
-Lamentablemente no hay veteranos de guerra que quieran correr para distraerse, y hacer algún tipo de actividad física. Yo los he invitado, pero muchos tienen problemas de salud y no quieren venir. Hay mucha gente joven, incluso mi hijo de 40 años. El más viejo soy yo, con 63. Cumplo el 25 de mayo.
- Qué fecha importante para cumplir años, justamente el Día de la Patria, para alguien que fue a defender a la patria…
-Sí. El cumpleaños que más recuerdo fue cuando cumplí 21, en 1982, estando en Malvinas. Se organizó una formación de soldados, con una misa que en la mitad se interrumpió por bombardeos de aviones ingleses. Entonces, tuvimos que acudir a nuestro refugio. Cuando pasó el alerta de los ataques, me acomodé con un amigo, Fabián Luna, a charlar y a hablar de mi cumpleaños y a pensar cuando íbamos a volver a nuestras casas.
- Un cumpleaños muy diferente ¿no?
-Sí, muy atípico, porque me encontraba sentado en mi refugio con un fusil en las manos, mirando y hablando, y de repente, aparecen del otro lado del cerro de Sapper Hill dos aviones ingleses que pasaron a 500 metros de altura, pero no nos bombardearon. A partir de ahí, pensé que Dios había decidido que yo no iba a morir en Malvinas, y así fue porque hoy la estoy contando.
-¿Con qué se encontró al regresar a las Islas?
-Llegamos el sábado 7 a Puerto Argentino, salimos a correr por Darwin y de repente observé el Sapper Hill y retrocedí 30 años. Ver a todos mis hermanos veteranos que estuvieron ahí en combate en esa posición fue muy duro, se me acalambró el cuerpo, se me durmió todo y me puse a llorar. En ese momento, recibí la contención de mis amigos. Pero fue durísimo y lo veía todo, como si la guerra hubiese sido ayer.
-¿Qué recordaba?
-Los cañones, las caras de mis ex compañeros, los bombardeos, los gritos, la oscuridad, todas esas cosas que lamentablemente padecimos. No quisimos pensar más en eso, y al final nos concentramos para correr al otro día. Pero después de la maratón, al lunes siguiente, fuimos a visitar a los combatientes fallecidos y dedicarles el triunfo, con una remera con las islas en el pecho.
-¿Cuándo volvió por segunda vez fue diferente?
-Sí, fue diferente, aunque volví con cuatro chicos de la agrupación, ya que teníamos la personalidad jurídica. Los chicos se emocionaron mucho y me abrazaron, me acompañaron en todo momento. Los llevé al cementerio, a conocer otra posición de combate, ya que estás obligado a quedarte una semana porque sólo hay un vuelo semanal. El viaje fue muy lindo. No teníamos un peso, hicimos una rifa y vendimos de todo para poder viajar los cinco. Con mi tarjeta de crédito saqué los pasajes en 12 cuotas, para poder estar todos juntos. Por un lado, mejor porque no le debo nada a nadie, y hasta el día de hoy tenemos el récord del circuito.
- ¿Los kelpers los miran raro cuándo van?
- Sí, lamentablemente no podemos mostrar nuestros colores patrios. Pero bueno, las dos veces que fuimos a correr, los mostré en el Puerto Argentino durante la entrega de premios que recibimos en las dos modalidades, en la individual y en la posta. Hace dos semanas se corrió el maratón en Malvinas y todavía sigue vigente nuestro récord del circuito. Cuando nos subimos para recibir los premios, nos abrimos la campera y abajo teníamos puesta la remera de argentina. De los aplausos pasaron al silencio, y luego a la protesta de los ingleses, porque nosotros mostramos nuestra insignia patria. Pero no pasó a mayores. Al cementerio de Darwin también he ido y puse la bandera argentina, porque es nuestra tierra.
- ¿Nunca sufrieron algún tipo de violencia física o verbal?
- Nosotros apenas silbidos y abucheos, pero hubo otros que fueron, mostraron las banderas y los metieron presos. Fue hace un par de años atrás. Tal es así, que no pudieron viajar el sábado siguiente porque estaban detenidos. No me acuerdo bien qué pasó, cómo salieron después, pero bueno, al final se solucionó todo. O sea, en las Islas no se puede hablar de la guerra, no se puede mostrar colores celestes y blancos, no se puede hacer nada. Hubo otros atletas, de otros países como chilenos, uruguayos, peruanos, japoneses, europeos, que subían al podio, mostraban la bandera y te daba bronca que ellos sí y nosotros no.
- ¿Volverá por tercera vez a las Islas?
- Si Dios quiere, y estamos con vida, para los 45 años de la guerra, en el 2027, tenemos pensado regresar por tercera vez para correr una nueva maratón. Voy a tener 65 pirulos y esperemos que el cuerpo me lo permita. Por lo pronto, el próximo 27 de abril a las 9 horas se correrá la décima maratón en Parque Sarmiento de Córdoba. Una será de 5 kilómetros y la otra de 10 km. Los ganadores recibirán medallas y remeras malvineras. (Información e inscripciones en www.clubrunners.fun)
Fuente: Infobae