La pandemia por coronavirus generó que se instale la cuarentena obligatoria en todo el país. Mientras que a veces eso puede sacar lo peor de algunas personas, hoy traemos la historia de varios jóvenes que buscan ayudar a que pasar esta situación sea más fácil.
“Con el parate de la economía, los talleres ociosos y viendo el pedido ayuda de médicos y personal hospitalario que veíamos en las redes, se nos ocurrió que podíamos fabricar productos sanitarios. No sabíamos nada al respecto así que nos pusimos a investigar y pusimos manos a la obra con el objetivo producir y donarlo a las diferentes entidades que los necesiten”, afirma Leonardo.
Al principio consiguieron una de las dos telas que componen el mejor barbijo casero que se podía realizar. Tenían 9500 mts de tela no tejida (TNT) de polipropileno (PP) de proceso Spunbond, pero les faltaba el TNT PP con el proceso de Meltblown, “pero sabíamos que era mejor hacer algo a no hacerlo, así que comenzamos a producirlo”.
A los pocos días recibieron una donación 8000 metros de esta tela, la que se utiliza para hacer los barbijos quirúrgicos. Leonardo explica que “con esa experiencia, nos dimos cuenta que si unimos fuerza de toda la colectividad coreana, el alcance sería mucho mayor así que decidimos armar el grupo para organizarnos mejor. Se empezaron a unir muchos otros jóvenes con el afán de colaborar, quienes desde sus casas ayudan en que este proyecto sea cada vez más grande. Gracias al esfuerzo de todos hoy no sólo ya estamos en producción de más de 40.000 barbijos que pronto estarán listos para ser donados, sino que apuntamos a producir otras miles de cofias y botas”.
DE ORIGAMISTA A MASCARISTA
Nahuel Murakoshi es nieto de inmigrantes japoneses. Estudiante de arquitectura de la UBA, de 21 años. Su pasión es hacer origami – el arte japonés del plegado de papel – que comparte en redes sociales – y desde allí comenzó un emprendimiento de ventas de souvenirs hechos de papel participando en las ferias de la colectividad japonesa. Pronto compró una impresora 3D para poder realizar proyectos más complejos.
El primer domingo de la cuarentena leyó sobre cómo en otras partes del mundo estaban desarrollando máscaras protectoras faciales con impresoras 3D y se decidió a hacer un modelo con un prototipo que le pasaron. Sabía que no era algo avalado por la OMS, pero entendía que podía ser un método preventivo más. Le llevó 1 día entero poder hacérsela llegar a una persona idónea del Hospital Lucio Meléndez, que queda a pocas cuadras de su casa. Pero finalmente lo logró y se lo recibieron con mucho agradecimiento. Cada vincha le lleva aproximadamente 1,5 horas. Hubo días que llegó a hacer 20, casi sin dormir. Fue así como en una semana pudo repartir 130 unidades.
En pocos días su accionar se viralizó y empezó a recibir contactos y pedidos de todos lados. Lo que empezó como algo personal hizo que terminará involucrándose toda la familia quienes hoy ayudan con la esterilización de los materiales. “Hasta le enseñé usar la impresora 3D a mis hermanitos y mi abuela nos ayuda también!” cuenta Nahuel. Luego de casi 2 semanas de experiencia acelerada, y centenares de llamados y mensajes, hoy ya se unió con otros impresores 3D y formaron Sur 3D Solidario para poder movilizarse de manera más organizada, recibir donaciones de materiales y poder distribuir las máscaras en diferentes lugares. “Al principio recibimos donaciones de particulares, pero después nos dimos cuenta que eso hacía romper la cuarentena a la gente” explica Murakoshi, que también agrega: “hoy les pedimos que no lo hagan y solo estamos recibiendo de empresas o negocios y si es de particulares, solo en grandes cantidades para evitar el pasamanos innecesario. Necesitamos: Filamento para impresión 3d PLA de 1,75mm, Elástico, Acetato tamaño A4 o radiografías blanqueadas con lavandina, lavandina y alcohol”.
SOLIDARIDAD EN LA SANGRE
Facundo Niizawa es un recientemente recibido licenciado en psicología de 22 años. Se define como un porteño, descendiente de japoneses –país en el que vivió un año y medio de niño-, futbolero y fanático de River Plate. Pero una de sus mejores cualidades posiblemente sea que tiene una sensibilidad social especial. Desde que comenzó a estudiar supo que lo suyo era el voluntariado y la parte socia/ comunitaria de la psicología y fue así cómo buscó un trabajo que pueda satisfacer esa vocación. Hoy trabaja en la Barrio 31 Padre Mugica a través de la Secretaría de Integración social y urbana del GCBA. “Amo mi trabajo, lo elijo día a día”, asegura.
“El primer día de cuarentena me llegó por whatsapp un ejemplo de gente que dejaba cartelitos en ascensores de España para ayudar a los más vulnerables” explica Niizawa, a lo que agrega: “entonces, hice uno similar, lo pegué en mi edificio ofreciéndose como voluntario”.
Fuente: Ambito