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Son vecinos de Boedo desde hace 40 años, mantienen vivo el espíritu del barrio y promueven la solidaridad

Son vecinos de Boedo desde hace 40 años, mantienen vivo el espíritu del barrio y promueven la solidaridad

Nacieron y crecieron juntos en este barrio porteño y en 2009 crearon una asociación civil sin fines de lucro para colaborar y reforzar los lazos comunitarios. Los últimos 15 años organizaron eventos gratuitos que disfrutaron cientos de personas. Hace poco implementaron la entrega de alimentos el último domingo de cada mes, para quienes más lo necesitan. No tiene sede física. “Nuestra sede es el mástil”, explicanPor Cindy Damestoy para Infobae

En el barrio porteño de Boedo, todos los domingos la Avenida Boedo se convierte en peatonal de 10 a 20, desde la intersección con la Avenida San Juan hasta la Avenida Independencia. Esas cuatro cuadras se convierten en el lugar de encuentro de familiasvecinos comerciantes, en el marco de una iniciativa que se mantiene gracias a la constancia y perseverancia de un grupo de amigos. Son nueve boedenses que se conocen de toda la vida, y hace 15 años que llevan las riendas de Raíces Boedo, una asociación sin fines de lucro, que todos los meses se propone brindar eventos gratuitos para la comunidad. De manera anónima y desinteresada han sido motor de muchas actividades, tanto para los más chicos como para los adultos, y hace poco implementaron una idea solidaria que tuvo más repercusión de la que imaginaron. “Llevale una bolsita a quien lo necesite”, decía el cartel que colocaron frente al ex Cine Cuyo, y sobre un tablón distribuyeron una gran cantidad de mercadería no perecedera y pilas de ropa.

La fecha no fue elegida al azar, sino a conciencia, por ser el último domingo de abril. “La intención es hacerlo a fin de mes para tratar de dar una mano, que todos podamos llegar con un plato de comida, y sobre todo, que el vecino no sienta que no le importa a nadie, que entre todos nos podemos ayudar más de lo que imaginamos”, cuenta Cristian, en diálogo con Infobae. Él es el presidente de la asociación, pero todos los integrantes son de bajo perfil, y prefieren darle el protagonismo a los valores que sostienen los esfuerzos que hacen. “Somos nacidos y criados en lo que consideramos nuestro lugar en el mundo, y nos conocemos desde chiquitos. Hace casi 40 años que nos juntábamos en el mástil de Boedo”, revela, y destaca la importancia de ese lugar, donde suelen izar la bandera argentina y el escudo que es emblema del barrio.

“Así nació nuestra amistad, fuimos creciendo y desarrollamos un alto nivel de pertenencia; siempre que supimos de algún problema intercedimos para que se solucione, porque no queríamos que se perdiera la esencia de la zona donde nosotros disfrutamos tanto nuestra infancia”, explica, mientras lo escuchan atentos LeónJimena, y Javier, quienes también participan de la entrevista. “Decidimos armar esta asociación civil en 2009, para darle un un tono más serio, y la llamamos ‘Asociación Raíces Boedo, Vecinos y Comerciantes’, para ser una suerte de intermediarios entre los vecinos, los comerciantes y la comuna, brindando ayuda social dentro de lo que podamos”, indican.

Los inicios

Si hay un ícono de su niñez ese es el ex Cine Cuyo, donde hoy funciona un templo evangélico, sobre la Avenida Boedo al 800, entre las calles Carlos Calvo y Estados Unidos. La pantalla se apagó en 1989, lo que fue un gran dolor para los vecinos, que durante años lucharon para que reabriera sus puertas. La nostalgia de las primeras citas, las salidas de “novios oficiales” que se gestaron allí, las escapadas con amigos para no perderse la última función, siempre estaban presentes en la memoria colectiva. “Logramos que volviera a abrir sus puertas por un día para todo el barrio, y fue una jornada muy emocionante; tal vez pueden parecer cosas pequeñas, pero para nosotros es un montón”, asegura León, conmovido por el hito que ocurrió el 29 de mayo de 2010. Hubo presentaciones artísticas y colaboración de muchos de los comerciantes, para que fuese una verdadera fiesta.

“La entrada fue un alimento no perecedero, que luego fue donado al Oratorio San Antonio, y vinieron más de 800 personas. Ya desde ese momento estaba la impronta bien marcada de lo que queríamos hacer, y ese mismo día nació la asociación como tal”, rememora Cristian. Esa tarde hubo aplausos y muchos agradecimientos, y supieron que otro de los pilares iba a estar puesto en recuperar espacios que reaviven los vínculos de los vecinos. “Hoy prima mucho el individualismo, pero afortunadamente también sigue habiendo personas que están convencidas de que no se puede ser indiferente a lo que le pasa al otro, del que tenés literalmente al lado tuyo, y particularmente nosotros creemos que nunca es momento de ser indiferente”, expresa Jimena.

Desde ese momento se mantuvieron en contacto con los comerciantes, y gestionaron que cada uno colaborara con packs de alimentos para los eventos. Luego sumaron ferias de emprendedores, para que tuvieran un lugar físico donde ofrecerlos a la venta, y se ocuparon de que los productos de los puestos no compitieran con los de los bares y locales de la avenida. “Somos muy cuidadosos en el rubro gastronómico, nos fijamos en ese tipo de detalles porque es la manera de que dejen de competir entre sí y los fines de semana pasen a ser un grupo que también está dispuesto a favorecer los lazos comunitarios”, sostienen.

Para el Día del Niñez pusieron peloteros inflables para que los más chicos disfrutaran de un momento de juego y recreación, en otra ocasión Javier -que es profesor de artes marciales desde hace 20 años- realizó una exhibición de Jin Tao, y participaron muchos chicos, todo completamente gratis. “La peatonal se convierte en un gran escenario, donde hemos hecho exposiciones de autos antiguos y colectivos; trajimos la Noche de los Museos a Boedo, hicimos shows de tango, proyecciones de cine móvil, clases de zumba, reconocimientos a excombatientes de Malvinas, y durante la pandemia salimos a repartir viandas que hacíamos para todo el que lo necesitara”, detallan.

“Hay que tener perseverancia en todos los ámbitos de la vida, porque si nos hemos mantenido firmes durante 15 años es porque hemos tenido cierta cintura para sortear obstáculos”, explican. Muchas veces les preguntan si pertenecen a algún partido político, o si se trata de una iniciativa que cuente con algún apoyo de esa índole, y ellos son tajantes al respecto. “No tenemos nada que ver con ningún partido, principalmente porque entendemos que en la comuna hoy puede estar gobernando determinado partido, pero dentro de cuatro años puede estar otro, a lo sumo estarán ocho años, pero nosotros vamos a accionar siempre en Boedo y por eso no estamos ni de un lado ni del otro”, sentencian. Revelan que les han pedido colaboración desde diferentes ideologías, incluso opuestas entre sí, y las veces que brindaron ayuda siempre fue con la condición de que se entregara un alimento no perecedero para que luego se transforme en ayuda real para la comunidad.

“Nos han querido donar dinero varias veces, y todavía la gente nos pregunta a dónde nos pueden donar, pero nosotros no recaudamos dinero, solo aceptamos alimentos, útiles, juguetes y ropa. El dinero de cierta manera es sucio, presta a confusiones, se pierde la trazabilidad, así que preferimos que las colectas siempre sean transparentes”, señalan. Entre lo que aportan los comerciantes, lo que ellos mismos se encargan de brindar con su esfuerzo, y el boca a boca que también hace lo suyo en los edificios y casas, cada mes alcanzan una cantidad considerable de paquetes de fideos, arroz, conservas, galletitas, junto con indumentaria y elementos escolares.

El evento de fin de mes

Aunque son nueve las personas que integran la asociación, cuando levantan el teléfono para pedir voluntarios en los eventos grandes, siempre se suman más amigos y familiares. “Terminamos siendo 30 de repente, porque el barrio responde cuando es para un bien común, siempre y cuando no sea para un beneficio político o económico”, celebra Cristian. El último domingo de abril iniciaron con la entrega de mercadería, y la respuesta que obtuvieron por parte de los transeúntes fue masiva, al punto de que superó sus expectativas.

Aunque el cartel invitaba a que se llevaran una bolsita con lo que necesitaran, o que se lo hicieran llegar a quien supieran que le estaba haciendo falta, las primeras miradas fueron de desconcierto. “Nos preguntaban si nos tenían que dar algo, si estábamos vendiéndolo, y les decíamos que no, que si lo necesitaban se lo llevaran”, relatan. La idea de que cinco vecinos se pusieran detrás de un tablón sostenido por varios caballetes, listos para darles una valiosa ayuda, y que se tratase de un “regalo” por el que no pedían nada a cambio, dejó perplejos a algunos. “Es una demostración de cómo estamos como sociedad, que nos sorprende la colaboración humana, algo que debería ser lógico se convierte en motivo de duda”, reflexiona Jimena.

Después de algunos minutos todo empezó a fluir, y los integrantes de la asociación cuentan que conocen personalmente a muchos de los que pasaron por allí, saben sus historias de vida, sus respectivas situaciones y sus necesidades. “Pensamos que íbamos a estar entre tres o cuatro horas con todo el alimento que teníamos, pero a la media hora se terminó todo, y eso nos llamó muchísimo la atención, porque charlamos con cada uno, y muchos de los que tienen trabajo nos contaban que no llegan a fin de mes, por más que hacen lo imposible para aguantar con el sueldo”, detallan.

Una mamá y su hijo pasaron caminando, se detuvieron a mirar la ropa que había sobre la mesa, y con mucho agradecimiento llevaron un chalequito que le calzaba perfecto al niño. “Estaba preocupada porque se viene el invierno y no tenía nada de abrigo para el nene, que justó pegó el estirón, y se fueron contentos porque al menos ahora tenían algo”, comentan. Más allá de la indumentaria, recalcan que lo primero que se agotó fueron los alimentos. “Hubo una chica, que vino con un nene también, y la conocemos, sabemos que es una gran laburante; pero cuando llegó ya no quedaba nada, y nos impactó mucho porque se fue diciendo: ‘No sé cómo voy a hacer para pasar esta semana’, una frase que dice mucho porque seguro se replica en un montón de familias. Apenas le pudimos dar dos alfajores, y esa es la confirmación de que hay que seguir ayudando”, confiesa Cristian.

Cuando ya quedaban pocas filas de ropa pasó algo maravilloso. Muchas de las mismas personas que se habían llevado una bolsita, se acercaron a preguntarles cómo podían ayudar en los próximos eventos. “Al margen que estábamos dando algo, mucha gente nos consultó dónde dejarnos donaciones, nos decían ‘Necesito esto que me llevé, pero puedo dejar esto otro si sirve’, y volvieron con donaciones de ropa que ya no usaban de su propio placard. Eso habla del espíritu de los vecinos, y de la confianza que nos brindan porque nos conocen desde que arrancamos”, dice Jimena con gratitud y convicción. Pone como ejemplo su propia experiencia, y recuerda cuando fue mamá de su primer hijo en 2002, en plena crisis económica, y sin la ayuda de la comunidad habría sido imposible salir adelante. “Quedé embarazada en 2001, y todos nosotros fuimos adolescentes en los ‘90, así que sabemos bien lo que es pasar las malas”, manifiesta.

Hay mucha gente que quiere ayudar, pero no saben cómo, y quizá no es tan complicado como se imaginan, porque hay cosas que ni siquiera requieren dinero; así como pasó con la exposición de artes marciales, que simplemente brindamos conocimiento que acumulamos gracias a la experiencia y la gente no tuvo que poner plata, solo su tiempo e interés, hay muchas cosas que se pueden dar de esa manera, con algo que sepan hacer y quieran compartir”, agrega Javier. Frente a la consulta de a dónde tienen que comunicarse las personas que deseen colaborar con alimentos para el próximo evento de entrega de mercadería el último domingo de mayo, recomiendan que les envíen un mensaje a su cuenta de Instagram, @raicesboedo.

Sueños de barrio

Les encantaría que este tipo de iniciativa se replique en otros barrios, que haya más asociaciones vecinales que traccionen para generar momentos de calidad, donde la identidad y la unión sean las bases. “Durante la pandemia fue fundamental contar con la peatonal, para poder salir a caminar, a airearse un poco, en esas cuadras anchas, y también el sentirse cuidados, saber que pueden caminar tranquilos por ahí, que cada comerciante se organiza en cuanto a la seguridad, ofrecen descuentos ese día y se respira cordialidad”, aseguran.

Luego de atravesar la emergencia sanitaria, muchas de las avenidas que se habían convertido en peatonal en diferentes comunas dejaron atrás ese formato, pero en Boedo lucharon para que se mantuviera, al menos los domingos. “No hay prácticamente espacios verdes en el barrio, es uno de los que menos plazas tiene, así que lo solicitamos y lo obtuvimos por ese motivo, para que ésa sea como una plaza gigante para todos”, explican. El asfalto y la vereda se mimetizan durante esas horas, y se transforman en pista de patinaje para los que salen a andar en patines, otros van a pasear al perro, grupos de chicos que arman picaditos e improvisan arcos con mochilas, adultos mayores que aprovechan para salir un rato, llevan la reposera y toman mates mientras disfrutan del sol. En simultáneo artistas callejeros despliegan su talento con shows a la gorra, interpretan melodías para los comensales de los restaurantes, y hasta surgen zapadas. Todo eso en plena calle, cada fin de semana. Parece una utopía en medio del ritmo acelerado de la Capital Federal, pero no lo es.

“Organizar un evento implica muchas gestiones, muchas veces hemos puesto esfuerzo de nuestros bolsillos, y a veces nos da impotencia que aunque hay cuatro domingos cada mes, con suerte podemos ofrecer alguna propuesta para un solo domingo, el resto capaz que no hay nada. Pero eso no quita que ya tiene vida propia y es punto de encuentro para la comunidad”, indican. En ese trayecto además hay una gran cantidad de locales gastronómicos, muchos de ellos son bares notables, otros cuentan con placas en reconocimiento de su importancia cultural e histórica, y también hay espacio para algunos teatros, que siempre tienen propuestas al alcance de todos los bolsillos.

“La estética tanguera siempre está presente por toda la historia que se gestó en esas calles, y tenemos además el Paseo de las Esculturas de Boedo, que es el único barrio que las tiene”, expresa con orgullo. Ellos son así, obran por y para el barrio, “boedenses de corazón”, como les gusta decir, y atesoran cada uno de los vestigios de la verdadera impronta del lugar. “No tenemos una sede física de la asociación por cuestiones económicas, porque sería muy caro alquilar un lugar, pero nuestra sede es el mástil, y es muy importante que sea un mástil que está en plena avenida, que permanece ahí, donde se puede izar la bandera, cantar el himno en los actos patrióticos, y conectar justamente con nuestras raíces”, celebran.

En su día a día, cada uno tiene sus respectivos trabajos, y durante su tiempo libre se dedican a la asociación. León trabaja como administrativo en el Club San Lorenzo de Almagro, desde donde realiza también iniciativas solidarias; Jimena es empleada en una obra social; Javier es profesor de artes marciales y en simultáneo tiene un emprendimiento de empanadas de soja; y Cristian lleva las riendas de un negocio gastronómico en la Avenida Boedo. “Lo bueno es que tiramos todo para el mismo lado, aún después de casi 40 años, sigue pasando que nos conocemos entre todos en el barrio, y esto es algo que no podríamos dejar de hacer”, concluyen, mientras comienzan a prepararse para el próximo evento, secundándose para lo que venga, como los buenos amigos que son.

Fuente: Infobae

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