El ojo es un órgano complejo y fascinante. Carga con la mayor parte del trabajo del sentido de la vista: toma las partículas de luz, las refleja y las transmite al cerebro. Sin embargo, en ese proceso, en la conexión entre el órgano y la mente, algo siempre puede fallar.
La ceguera solía ser, en la mayoría de los casos, médicamente irreversible. Cuando la vista comenzaba a deteriorarse, ya no había marcha atrás. Sin embargo, tres líneas de investigación –implantes, células madre y terapia de genes– podrían encontrar el camino de regreso hacia la luz.
El ojo biónico
Parece nacido en el cine o la literatura de ciencia ficción; algo que tranquilamente podría utilizar Terminator o algún personaje de Star Trek. Sin embargo, el ojo cibernético Argus II –una prótesis de retina– es una realidad que desde hace poco más de dos años está inclusive aprobada por la FDA (la administración de alimentos y medicamentos norteamericana, por su sigla en inglés).
Cuesta 145.000 dólares y no siempre los seguros médicos la cubren, pero es un avance tecnológico sin precedentes.
Mediante una cirugía de alta complejidad, esta retina artificial se coloca en el ojo del paciente, que deberá usar unos lentes especiales que contienen una cámara de video. La cámara capta las imágenes y un procesador de video incorporado la transmite al implante, que a su vez envía los impulsos eléctricos al cerebro.
El ojo biónico reemplaza fotoreceptores dañados en la retina y trabaja en conjunto con las células sanas. Utilizar el implante y los lentes requiere de entrenamiento por parte del paciente, pero con el tiempo la vista mejora. El cerebro se adapta a las nuevas señales y vuelve a ver.
Inyecciones de células madre
Las células madre tienen la capacidad de desarrollarse y reconvertirse en cualquier otro tipo de célula del cuerpo humano. Esto las hace ideales para tratamiento de no videntes con problemas en el tejido epitelial de pigmento en la retina. Al inyectar células madre, se las fuerza a comportarse como tejido epitelial y muscular, mejorando la visión de pacientes con problemas de la vista relacionados a la edad o inclusive congénitos.
Los tratamientos con células madre son experimentales en todo el mundo y se los utiliza para tratar distinto tipo de dolencias, aunque no sin controversia. Las células se obtienen de los excedentes de embriones de procedimientos de fertilización in-vitro y se las cultiva en laboratorio. Cada inyección de las utilizadas para regenerar la vista puede contener más de 150.000 células.
Terapia genética
El uso de tratamientos genéticos para la ceguera es altamente experimental. En general, se lo aplica en casos de ciegos de nacimiento o de pacientes con enfermedades congénitas degenerativas que llevan a perder la vista.
Es complejo y sofisticado. Consiste en inyectar en el ojo genes que no hayan sufrido la mutación que provoca la ceguera para que produzcan proteínas ligadas a los receptores de luz. Pero, para que el material genético llegue al ojo, hace falta un “vector”, algo que lo lleve.
Ese vector es un virus. Inocuo, por supuesto. No provoca ninguna enfermedad, pero es capaz de transportar el ADN necesario. Al ser un tratamiento que está en fase de experimentación, se lo aplica usualmente en un solo ojo, usando el otro como método de control para medir la mejora. En algunos casos, lamentablemente, la mejora es solo temporaria y los fotoreceptores vuelven a deteriorase con el tiempo.
Pero el trabajo de investigación continúa. Y la cura es, quizás, solo una cuestión de tiempo.