Un analista de sistemas, que dedica su tiempo libre a la geología, estudió a fondo una cuenca de 300 km de diámetro causada por un asteroide mayor que el Monte Everest. Detalló cómo fue su investigación que podría dar con una extinción masiva hace 270 millones de años.
Quince años atrás, en 2002, Maximiliano Rocca leyó por primera vez sobre una anomalía circular inmensa en el territorio de las Islas Malvinas. Michael Rampino, el responsable de aquel trabajo, procedente de la Universidad de Nueva York, lo interpretaba en 1992 como un nuevo gran cráter de impacto. El hallazgo abría un abanico vasto de posibilidades, pero pese a su potencial, quedó en el olvido.
Rocca lo rescató del ostracismo y llevó la investigación a fondo. No bien lo descubrió, buscó más información geológica de las Islas Malvinas. Gracias al contacto que entabló con expertos británicos del British Geological Survey, logró un mapa detallado de sus anomalías gravimétricas. Rocca, que en realidad es analista de sistemas y dedica su tiempo libre a su pasión por la geología, advirtió en el documento una forma circular de valores gravimétricos negativos de unos 300 kilómetros de diámetro.
La descomunal estructura era una cuenca; una depresión con forma de plato sopero, ubicada bajo el agua del océano Atlántico, pocos kilómetros al noroeste de la isla Gran Malvina. “Técnicamente hablando, los números de la estructura gravimétrica circular de Malvinas tienen todas las características de un gran cráter de impacto y son casi idénticos a los de Chicxulub”, le dijo Rocca a Infobae.
La Chicxulub es una de las cuatro cuencas multianillo de impacto más grandes de la Tierra. Se encuentra en México, con un diámetro de 180 kilómetros y 65 millones de años de edad. Los cráteres se dividen en estructuras simples –de no más de 5 kilómetros– y complejas. Dentro de las complejas, las cuencas multianillo, de más de 150 kilómetros –el tamaño de países enteros–, son las más colosales.
“El más popular de los cráteres multianillo es Chicxulub en Yucatán, México, que se identificó durante la década de los 90 y se asoció con la extinción en masa de formas de vida del final del período Cretácico, entre ellos los dinosaurios”, señaló el aficionado argentino, que trabaja en el estudio de cráteres de impacto becado por The Planetary Society de Pasadena, California.
En promedio, un asteroide abre un cráter cuyo diámetro es igual a 20 veces su propio diámetro. Por caso, una roca de 1 kilómetro de diámetro abre un cráter de 20. Una vez detectada la anomalía, Rocca revisó la topografía del fondo marino de la zona, que no demostró ninguna cavidad visible, por lo cual dedujo que el área estaba totalmente tapada por sedimentos más jóvenes.
Necesitó muchos años para conseguir, recién en 2015, mapas de anomalías del campo magnético del lugar gracias a la ayuda del geólogo paraguayo Jaime Báez. “Fue una sorpresa tremenda ver que en el mismo lugar había una gigantesca anomalía positiva del campo magnético. Esto nos decía que, en ese lugar, el campo magnético era más intenso que en cualquier otro lugar de la zona, lo cual es característico de los cráteres de impacto multianillo de tamaño colosal”, remarcó Rocca.
Las similitudes con el afamado cráter Chicxulub eran evidentes. Cuando lo comprendió, decidió contactar por e-mail a Rampino, el primer descubridor de la anomalía. El entusiasmo por los nuevos hallazgos fue tal que Rampino no dudó en sumarse a la investigación. En 2016, consiguieron de parte de geólogos británicos y del gobierno de las Islas Malvinas copias de siete perfiles de reflexión sísmicos de la zona exacta de la cuenca.
“Los así llamados ‘perfiles de reflexión sísmicos’ son unos mapas de líneas grises hechos mediante ecos de ultrasonidos, algo así como ecografías. Muestran el tipo de estructuras que tienen las rocas ocultas bajo el suelo”, explicó el especialista. Los mapas revelaron, tal como esperaban, una cuenca de unos 250 kilómetros de diámetro en el mismo lugar de las anomalías geofísicas.
Una vez recopilada toda la información, en abril publicaron el trabajo en la revista internacional de geología Terra Nova, de Oxford, y en agosto saldrá en la versión impresa. “Un tremendo éxito y un gran honor”, comentó Rocca, que abandonó la carrera de geología, pero es parte fundamental de un hallazgo geológico histórico.
Entonces, ¿qué hay por ahora?
“Una gigantesca ‘cuenca’ circular de 300 kilómetros de diámetro que está tapada por el agua. Tiene asociadas una anomalía circular gravimétrica negativa, con anillo de valores positivos que la rodea, y una anomalía circular magnética positiva”.
¿Un viejo cráter de impacto gigantesco? “Posiblemente, pero aún no estamos 100% seguros”. Según Rocca, hay un 80% de probabilidades de que haya un gigantesco cráter de impacto bajo el agua y totalmente tapado, al Noroeste de la isla Gran Malvina. Su edad sería de unos 270 a 250 millones de años, es decir, de la era Paleozoica.
De confirmarse su origen, estaría entre las cinco estructuras de impacto mayores del planeta. “El asteroide o núcleo de cometa que cayó en Malvinas tendría unos 15 kilómetros de diámetro. Sería mayor que el Monte Everest, la montaña más alta del mundo de 8,8 kilómetros de altura”, enfatizó Rocca.
Por ahora, no hay muestras de rocas tomadas en el sitio exacto de la cuenca. Las petroleras británicas que operan en la zona jamás perforaron allí. Sin esos datos, resulta imposible conocer qué sucedió con certeza, por más que todo indica que la confirmación del cráter de impacto está cada vez más cerca.