Se calculan 5.5 millones de muertes por año en el mundo provocadas por los ataques cerebro vasculares. La enfermedad es la tercera causa de mortalidad a nivel global. En Argentina, pese a que se presentó un nivel de conocimiento más que positivo, 1 de cada 3 no saben que se trata de una patología con alta mortalidad. Los datos corresponden a la investigación con mayor cantidad de datos de habla hispana hasta el momento.
El estudio “Situación de la enfermedad cerebrovascular Fundamentada en encuestas de Hogares Nacional” (SIFHON) se realizó entre 2014 y 2016. Su objetivo fue determinar el grado de conocimiento que existe en la Argentina sobre el ataque cerebro vascular ya que, hasta entonces, existían muy pocos datos concretos no solo en el país, sino que en toda Latinoamérica.
“El acceso a los hogares es cada vez más complicado porque a la gente le genera desconfianza o desinterés”, resaltó la doctora Daiana Dossi, una de las responsables de la investigación. Por ello, decidieron apelar a la ayuda de la empresa distribuidora de soda y bidones IVESS, que les permitió hacer llegar las encuestas a 13 provincias del país elegidas proporcionalmente en base al censo realizado en 2010.
En total, recolectaron 12.710 encuestas respondidas que les proveyó un dato por demás alentador: el 95% de los argentinos sabe de qué se trata la enfermedad vascular. Por otra parte, el 79% de ellos la conoce con las siglas ACV. “Normalmente nosotros y muchos otros centros médicos utilizamos el término ‘ataque cerebral’, pero a partir de que supimos que ‘ACV’ está tan interiorizado, vamos a reformular el mensaje para que sea más efectivo”, señaló el doctor Sebastián Ameriso, líder de la investigación.
Sin embargo, en el desglose de los datos recabados, el panorama no es tan alentador como marca el primer índice.Tan solo 1 de cada 3 de los encuestados consideró que el ataque cerebro vascular es una enfermedad mortal cuando, a nivel mundial, el ACV es la tercera causa de mortalidad y la primera en discapacidad.
El 73% de los encuestados aseguró conocer los síntomas, entre los que se encuentran debilidad o adormecimiento de la cara, brazo o pierna, dificultad para hablar y ver, visión doble, pérdida del equilibrio y dolores de cabeza muy fuertes. Pese a ello, 1 de cada 4 de los participantes no consideró a esos efectos como una urgencia.
“Es fundamental la rápida acción ya que existe una ventana terapéutica de solo 4 horas y media una vez que sufre el ataque. Lamentablemente son muchos más los pacientes que llegan después de esa ventana que antes, ya sea por desconocimiento o minimización de los peligros, y allí las posibilidades de mejora se reducen en forma drástica”, indicó la doctora Dossi.
Quiénes son los más informados y cómo conocen la enfermedad
Adultos mayores de 50 años, universitarios, casados y residentes en la Ciudad de Buenos Aires. Ese es el perfil que demostró mayor conocimiento de la enfermedad vascular en Argentina. El doctor Ameriso explicó: “Creemos que la diferencia de nivel de información entre los habitantes de la Capital y los del Interior y Provincia de Buenos Aires se produce por un mayor consumo de medios de comunicación y el papel fundamental que tienen los personajes famosos en su difusión”.
La mayoría de los encuestados aseguró estar al tanto de las implicancias del ACV gracias a los distintos medios de comunicación y la segunda fuente información fue un familiar cercano. Tan solo el 8% conocía de la enfermedad por la palabra de su médico de cabecera. “Los médicos deberían tener un rol más preponderante. Pese a que la medicina actual no permite los turnos largos, en muchos países del mundo se solucionó el problema del desconocimiento con médicos de familia”.
El rechazo a la ambulancia
De acuerdo al estudio realizado por FLENI, 2 de cada 3 personas no recurriría al 911 en caso de una emergencia cerebrovascular y preferirían trasladarse hasta un hospital por sus propios medios, ya sea en auto particular o en taxi.
“Nos sorprendió relativamente el dato de las ambulancias. Es muy alta la cantidad de gente que se mueve por sus propios medios, lo que muestra cierto grado de escepticismo y desconfianza en el sistema de urgencias. La sensación es que el 911 puede demorar mucho”, razonó Ameriso.
La sorpresa relativa proviene de un estudio previo realizado en la institución que ya indicaba que los pacientes preferían dirigirse al hospital por su cuenta. De hecho, los que más rápido llegaban lo hacían por esa vía. Por último, el especialista alertó: “A veces donde son trasladados no es el lugar donde se puede tratar la enfermedad”.